Reseñas

Cordovero, Moshe ben Ja'acob: La Palmera de Débora. Ed. Indigo. Biblioteca del Tiqún. Barcelona, 1988. 102 págs. 

Autor nacido en España en 1522 de donde se trasladó a Safed viviendo allí hasta su muerte ocurrida cuando apenas contaba 48 años. En esta obra, recorre el Arbol de la Vida, de su mano vamos penetrando en el misterio de las Sefiroth, de los atributos divinos, aprendiendo el modo de atraerlos y encarnarlos. Nos dice de Kether: "Según el secreto de la Suprema Corona es propio del hombre asemejarse a su Creador y tender hacia las principales cualidades de la sagrada Providencia". La primera cualidad es el atributo de humildad. Por medio de esta, el hombre descubre que no hay nada de valor en él, "por la primera cualidad de la Corona se considera a si mismo como nada frente al Uno de quien emana". La humildad lleva al hombre a amar a sus semejantes, descubriendo que no es ni más ni menos que cualquiera de ellos; por eso que ignorancia la nuestra que somos capaces de considerarnos más o menos por el color de la piel o por los cms. de nuestra altura, por poner solo dos ejemplos. Todos somos hijos de un mismo Padre, ¿qué mayor igualdad que esta? Siguiendo a Cordovero: la segunda cualidad son los buenos pensamientos, la tercera la buena voluntad, "la frente del hombre no debe mostrar dureza alguna, sino que en todo momento debe asimilarse a la frente de la Voluntad". Hágase Tu Voluntad y no la mía en palabras del maestro Jesús. 

Continúa en el viaje de descenso instruyéndonos, preguntándose ¿cómo debe ser adiestrado un hombre para poseer el atributo de la Sabiduría? Su respuesta nos recuerda lo que dice René Guénon de que el hombre debe ser Yin respecto al Principio y Yang respecto al mundo, Hokhmah vuelve su rostro hacia la Corona para recibir su influjo y con su otro rostro, que mira hacia abajo, vierte su sabiduría a las demás Sefiroth

LLegamos a Binah y nos preguntamos con el autor "¿Cómo debe ser adiestrado un hombre para poseer el atributo de la Inteligencia? Esta cualidad se adquiere volviéndose hacia el perfecto arrepentimiento, sin que ninguna otra cosa le supere en importancia, pues por él se rectifican todas las faltas." Y continúa: " Aquél que piensa en el arrepentimiento todos los días de su vida suscita que la Suprema Inteligencia le ilumine todos los días de su vida". Y el Evangelio nos dice: arrepentíos, porque no sabéis el día ni la hora, también: arrepiéntete y no peques más. De pronto comprendemos porque se da tanta importancia al tema del arrepentimiento en el Nuevo Testamento. Sólo el arrepentimiento es capaz de borrar la culpa, pues en el está implícito el perdón; de purificar la copa sagrada para que la Inteligencia pueda manifestarse.

"La principal vía por la que el hombre puede penetrar en el secreto de la Clemencia (nos encontramos aquí en Hesed) es amando a Dios con un amor perfecto y manteniéndose fiel a su servicio, que no debe ser abandonado por ningún motivo, pues nada es comparable al amor del Bendito Uno. Por eso debe ocuparse principalmente de los requerimientos del servicio de Dios y satisfacer sus demás necesidades durante el tiempo restante. Este amor debe ser fijado firmemente en su corazón tanto si recibe bondad de las manos del Santo, bendito sea, como si recibe sufrimientos y reproches".

En la esfera de Gueburah: el rigor, el hombre ha de reconducir suavemente la mala inclinación que anide en su alma. Como ya sabemos la negación de una negación es una afirmación. El alma mediadora entre el cuerpo y el espíritu debe ser purificada hasta que recobre su virginidad y sea posible la Suprema Unión. 

Hablando de la Belleza nos dice que esta se halla en el estudio de la Torah y que el hombre siempre debe perseguir la verdad allí donde se encuentre. 

Llegamos a Netsah y Hod. Algunas de las cualidades de la Paciencia y la Majestad son comunes, entre ellas nos habla de cómo ha de facilitarse el estudio de la Torahdisponiendo lo necesario. Para empezar dedicar, diríamos nosotros, un tiempo y un espacio. Por otro lado hemos de estar dispuestos a aprender de todos y de todo: "todo discípulo debe alcanzar el mérito suficiente para llegar a ser un carro para la Paciencia y la Majestad, pues con ello su enseñanza es del Señor, y aquél que enseña la Torah alcanza el grado de la Belleza".

En cuanto a la Fundación nos habla, entre otras cosas, de la importancia de la palabra y del daño que puede llegar a través suyo si no es pura. Nuevamente recordamos el evangelio que nos dice: "No es lo que entra por la boca lo que contamina al hombre; sino lo que sale de la boca, eso es lo que contamina al hombre" y más adelante continúa: "Lo que sale de la boca viene de dentro del corazón y eso es lo que contamina al hombre". ( Mt. 15, 10-21). También nos dice: el hombre debe guardarse de los pensamientos sexuales, pues la Fundación es la señal del pacto del arco, y el Arco del Mundo Superior sólo es tensado para disparar flechas sobre el atributo de la Soberanía, que es "el blanco de sus flechas".

En Malkhuth se pregunta: ¿Cómo debe ser adiestrado un hombre para adquirir el atributo de la Soberanía? Y responde ante todo no debe sentir orgullo en su corazón por todo lo que posee; nos habla también de la importancia del temor a Dios y también que la manera de esconderse de la mala inclinación y evitar su dominio es realizando todos los actos por causa del Cielo, lo que nos recuerda la importancia de renunciar a los frutos de la acción y a la no-acción de los taoístas.   

M. V. Espín