Reseñas

Portal, Frédéric: Des couleurs symboliques dans l'antiquité, le moyen âge et les temps modernes. (Editions Niclaus, París). Reseña por René Guénon en la Revista Etudes Traditionnelles, Enero 1939. (El libro ha sido publicadado en castellano en la ed. J. de Olañeta, con el título: El simbolismo de los colores).  

"Este libro, que data exactamente de hace un siglo, había llegado a ser después de largo tiempo poco menos que inhallable; la reedición que acaba de hacerse es tanto más oportuna cuanto que el libro se ha mantenido hasta ahora, en francés al menos, como la única obra dedicada especialmente al simbolismo de los colores. Su interés no reside, por otra parte, únicamente en las consideraciones de detalle y la abundante documentación que encierra sobre el tema; lo que puede ser más importante todavía es que se presenta como la aplicación de una idea fundamental cuyo alcance, tal como lo subrayan los editores en su prólogo, sobrepasa en mucho el cuadro sugerido por el título y que es 'la idea de una Revelación primitiva y perfecta depositada en la cuna de la humanidad y que habría dado nacimiento a todas las doctrinas tradicionales que han alimentado su vida espiritual en el curso de los tiempos'. Es esto lo que el mismo Portal afirma de la manera más clara en su conclusión: 'Un gran hecho, dice, domina las investigaciones que yo someto al mundo de los sabios: la unidad de religión entre los hombres, y como prueba, el significado de los colores simbólicos, el mismo en todos los pueblos y en todas las épocas'. Por otra parte, considerando que toda doctrina, al alejarse de la perfección original, no puede más que degradarse y materializarse cada vez más, distingue como tres etapas sucesivas en esta degradación, a las cuales hace corresponder, respecto del significado de los símbolos, tres grados que constituyen respectivamente lo que él llama la 'lengua divina', la 'lengua sagrada' y la 'lengua profana'. La primera, partiendo de la definición que nos da al principio, parece ser para él realmente primitiva y anterior a la distinción del sacerdocio y la realeza; la segunda 'nace en los santuarios' como resultado de la constitución del sacerdocio propiamente dicho; y por último, la tercera no es más que la 'expresión material de los símbolos', en conexión con la degeneración 'idolátrica' debida a la incomprensión del vulgo. Hay no obstante algo que parece fluctuar en la aplicación que hace de estos principios: a veces parece que sea más bien lo que él aplica a la primera 'lengua' lo que tuviese un carácter verdaderamente 'sacerdotal', mientras que hace entrar cosas en la segunda cuyo carácter podría contrariamente ser llamado 'real', especialmente lo que concierne al blasón; y por otra parte, todo lo que él califica de 'profano' no lo es estrictamente y no responde a la definición precedente; la distinción no es menos válida en sí misma, y podría tener interés, para alguien que quisiera realizar un nuevo estudio sobre el mismo tema, retomarla de una manera más rigurosa. Otro punto particularmente digno de ser mencionado, es que el autor ha reconocido y expresado formalmente el hecho de que los símbolos presentan por lo general dos significados contrarios; es lo que él llama la 'regla de las oposiciones', y muestra numerosos ejemplos del uso que se ha dado a los diferentes colores que estudia de manera sucesiva. En cuando a las reservas que habría que tener sobre algunas de sus interpretaciones, tienen sobre todo, en el fondo, dos razones principales: la una es una información insuficiente o inexacta sobre las doctrinas orientales, muy excusable de hecho en la época en que le libro fue escrito; la otra es una influencia swedenborgiana bastante acusada, y, en materia de simbolismo como en tantas otras cosas, Swedenborg está lejos de ser un guía perfectamente seguro. Pese a estos defectos, una obra tal, lo repetimos aún, no es menos de un gran interés, e incluso indispensable a todos aquellos que, a un título cualquiera, se interesen sobre el tema que trata, puesto que no existe ninguna otra al respecto que pueda reemplazarla." (Trad.: Nisà).

René Guénon