Querido Federico (*)

Antoni Guri

Querido Federico, se diría que hace un año que ya no compartimos el mundo de las apariencias, habiendo pasado tu presencia a un ámbito más interno y real. Si por apariencias entendemos aquello que percibimos directamente por los sentidos, ciertamente hace un año que no me revelan ni tu rostro ni tu voz, pero los sentidos son engañosos y a menudo no es claro lo que aparentan mostrar. Por contra, lo que sí abastece mi pensamiento entero, substancia y esencia a la vez, es el mensaje que me llegó a través tuyo, un mensaje que aúna apariencia y realidad y en el que cada día vivo más inmerso. Aquí comparto mi existencia con mis queridos ancestros y contigo muy en particular, pues mi existencia ya son las ideas, su origen y su plasmación, las que no tienen propietario y que a menudo se me aparecen también como un don vinculadas a quien las encarnó, a tu persona, a tu rostro y a tu voz.