"Se suele considerar al Renacimiento
como una época histórica excepcional para la humanidad
ya que este período es el inventor del mundo moderno,
es decir del progreso, y ha dado lugar a la ciencia, la técnica
y todo aquello de lo que goza el hombre contemporáneo
al haberse impuesto sobre la oscuridad e ignorancia de la Edad
Media. Esta visión generalizada tiene como contrapartida
otra igualmente ilusoria; se trata de la de aquellos que ven
en este período histórico el fin de toda tradición
al perderse la hegemonía religiosa y dogmática.
En definitiva, es el mismo planteo, pero de signo inverso, a
saber: se juzga la cuestión por determinadas características
que se le atribuyen, a las que se supone malas o buenas, según
la perspectiva que le asigna el espectador de acuerdo a una postura –generalmente
un cliché– tomada de antemano.
Desde nuestro punto
de vista la Edad Media se niega a ser considerada como un grosero
infierno de ignorancia poblado de leyendas negras,
y bien por el contrario vemos en ella una serie de esplendores
manifestados en su arte (románico y gótico), la brillantez de sus
cortes (como la de Alfonso X el Sabio entre otras), la variedad de
sus ciencias (astronomía, alquimia y matemáticas) y
sus técnicas (las innumerables artesanías que van desde
los tapices y tejidos a la joyería y todo tipo de artefactos
de uso cotidiano), muchos de ellos innovadores con respecto al legado
clásico; algunos por mediación del Islam y otros por
su propio acervo en correlación con la geografía de
Occidente; todo ello sin olvidar su aporte intelectual en el que
sólo nos bastaría nombrar a Dionisio Areopagita, Scoto
Erígena, Robert Grossetteste, Bernardo de Tours, Teodorico
y los hermanos De San Victor en la Chartres del siglo XII y la filosofía
escolástica –la aceptemos o no– producida por
iniciativa de Alberto Magno y signada por Tomás de Aquino
y sobre todo por el aporte posterior de esta escuela de sacerdotes
dominicos, formada por el maestro Eckhart, Enrico Suso y Juan Tauler,
a los que habría que agregar el genio florentino de Dante
y la inmensa construcción de su Divina Comedia.
Por
otra parte la visión esquemática de un Renacimiento
liberador del hombre en cuanto lo independiza de oscuros saberes
y le otorga una novedad absoluta con la que se rompen las cadenas
que lo aprisionaban, es aceptada hoy únicamente por aquellos
que siguen a éste o al otro rebaño igualmente simplificador
que 'opina' lo contrario: o sea que la tradición
se acabó definitivamente en el Medioevo. Ambos se equivocan
simplemente porque no se han tomado el trabajo de estudiar los numerosos
elementos que se encuentran hoy a consideración, dada la gran
cantidad de investigaciones que se han producido en los últimos
decenios sobre el particular.
El Renacimiento, como su nombre lo indica,
es un período histórico donde surgen nuevas posibilidades
latentes en la propia historia de Occidente, frente a valores
ya caducos de la organización medieval que, como todos
los períodos históricos y en virtud de la dialéctica
que los opone, se transforman permanentemente en nuevas realidades,
abonando así el discurso de la historia. En ese sentido
es que su nombre, relacionado con un nuevo nacimiento de posibilidades
dormidas de la antigua ciencia sapiencial que corre desde los
egipcios, griegos y romanos –con el aporte de numerosos
pueblos que la han engrosado–, y que desemboca afortunadamente,
valiéndose de una serie de hechos claves, en el período
histórico al que estamos haciendo mención, posee
validez propia." (Cap.
I. Artes Ignotas del Renacimiento). |