Retrato de Margarita, reina de Navarra. Jean Clouet, 1530.
Retrato de Margarita, reina de Navarra. Jean Clouet, 1530

Margarita de Navarra
La Perla de las Margaritas
(*)

Mª Ángeles Díaz

Margarita de Navarra (1492-1549), llamada también Margarita de Angulema o Margarita de Orleans, llegó a ser reina de Navarra, protectora de las artes, escritora insigne y una de las damas más interesantes del Renacimiento tanto en Francia como en España, al haber estado en el centro del círculo de humanistas que vinculados directamente con los miembros de la Academia Platónica de Florencia, fueron los introductores en el país galo (como en la Corte de Nérac, Navarra), de las corrientes espirituales que como fuente de agua viva fecundaron algunas de las mentes más preclaras de la época, con ideas vehiculadas por la Tradición Hermética, la Alquimia o la Cábala Cristiana. Nos referimos especialmente al "Cenáculo de Meaux", grupo a la cabeza del cual estaba Lefèvre de d'Étaples y del que formaba parte, además de la familia real, Guillermo Briçonnet. Un grupo humano que se convirtió en el bastión intelectual del Renacimiento en Francia, y sobre el que volveremos.

Margarita nació en Angulema, en los Altos Pirineos franceses, hija de Carlos de Orleans, duque de Angulema, y de la princesa Luisa de Saboya quien a su vez era la hija mayor de Felipe II de Saboya y de Margarita de Borbón.

Cuando tenía 2 años su familia se trasladó de Angulema a la región de Cognac, donde nació su hermano, el futuro Francisco I, rey de Francia, junto al cual fue educada por su propia madre, viuda desde los 19 años, que fue quien se ocupó de darles la gran formación propia de los reyes que ambos estaban destinados a ser. Como tutor de sus hijos Luisa eligió a Jean Thénaud, filósofo platónico e iniciado en la Cábala Cristiana. Así nos lo recuerda Federico González Frías cuando comentamos con él sobre este personaje al que califica de “auténtico cabalista” puesto que participa de la esencia más íntima de la tradición judía, pues es sabido, nos dice, que Thénaud conoció la obra de Pico de la Mirandola y la de Reuchlin así como la del converso Ricci y otros conocedores de la Cábala que en algún momento estuvieron o pasaron por esa brillante Corte.

Luisa de Saboya le pide a Thénaud que elabore un plan pedagógico para sus hijos, que éste lleva a cabo bajo el título: El Triunfo de la Virtud. En dicho programa de estudios Thénaud expone las bases filosóficas y los principios sobre los que sostiene su enseñanza y que según entiende es la que debe recibir un príncipe que aspire a convertirse en referente para el resto de ciudadanos. Se trata, pues, de una enseñanza dirigida exclusivamente al gobernante, fundamentada en el modelo cósmico y en el organigrama en el que estuvieron basadas las Cortes renacentistas. Según el temario de Thénaud, el gobernante, por encima de otras virtudes, debe valorizar la Prudencia, la Fuerza, la Justicia y la Templanza, principios con los que compuso textos bellos e inspiradores capaces de guiar la formación intelectual y moral de los príncipes y darles elementos para ser buenos conductores y gobernantes de acuerdo al modelo cosmogónico. Todo lo cual constituye una metapolítica, que vincule las acciones del gobierno terrestre en armonía con el orden celeste, siendo esto la aplicación de la máxima hermética "Lo que está abajo es como lo que está arriba, y lo que está arriba es como lo que está abajo para que se obren los milagros de una sola cosa".


Carlos de Angulema y Luisa de Saboya, padres de Margarita de Navarra
y Francisco I, jugando al ajedrez, c. 1498. Les échecs amoureux.
Biblioteca Nacional de Francia, París. Manuscrito 143, fol. 1r f.

Claro que la Arcana Filosofía o Filosofía Pura, la que brota del manantial de la Verdad y del Misterio del No Ser está por encima de cualquier individualidad, pero Clío, la musa de la Historia, nos ha enseñado a ver la belleza que hay en el hilo invisible que liga a los integrantes de la Cadena Áurea, en las obras de dichos autores y en su quehacer público, siendo ellos la letra viva de esa obra tradicional, es decir los que hacen posible la transmisión de un Conocimiento arquetípico que nos permite a los hombres, a través de los tiempos y de un lenguaje continuamente renovado, abrevar en dicho manantial. Y aunque es cierto que no todos los integrantes han tenido el mismo grado de aproximación al verdadero centro de esa Enseñanza trascendente, también lo es que unos nos conducen a otros y todos ellos, sus obras y las circunstancias en las que fueron creadas, conforman el alimento que nos nutre el entendimiento al permitirnos salir de nuestro tiempo y observar las cosas desde la óptica de la Sagrada Filosofía.(1)

De Francisco I queremos resumir que fue un rey humanista que amparó la libertad de creencias y que se identificó con el Hermetismo y la Alquimia. Se relacionó con los Medici y acogió bajo su protección a Leonardo da Vinci hasta su muerte.

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Último suspiro de Leonardo da Vinci en brazos de Francisco I,
óleo de Jean Auguste Dominique Ingres, 1818.

Además Francisco negoció con los Medici tomar como esposa para su segundo hijo a Catalina de Medici, "la huerfanita florentina” y última descendiente directa de Cosme y Lorenzo el Magnífico, la cual, por avatares de la vida, no sólo llegaría a ser reina del país galo, sino la persona que en verdad más influyó en cambiar el destino de Francia hasta el punto que en ese país no es posible hablar ni de su arquitectura, ni del diseño de sus jardines, ni de las artes escénicas, el ballet, los museos (como el Louvre), la Biblioteca Nacional, la industria de la perfumería, la coussine, las sedas… sin decir que fue esta reina italiana quien introdujo todo ello en Francia. Pero de esto nos ocuparemos en su momento, cuando centremos nuestra atención en esta dama.

En cuanto a nuestra protagonista actual, Margarita de Navarra, debemos decir que hay que destacar dos etapas vitales significativas. La primera como duquesa consorte al casarse a los 17 años con el duque de Alençon, Carlos IV, matrimonio que duró 17 años más hasta enviudar. La segunda tras desposarse con Enrique II de Albret, rey de Navarra.

Debemos comenzar diciendo que no resulta fácil descubrir su perfil intelectual por cuanto los comentarios recabados sobre ella son bastante contradictorios y conforman piezas sueltas que cada quien interpreta aisladamente y a su modo, por lo que en ningún lugar hemos visto reflejado el verdadero núcleo de su pensamiento. En este sentido es comprobable que hay quienes la califican de “calvinista” o “reformista”, “evangelista”, seguidora de Erasmo y no sé qué más. Sin embargo, una atenta observación en la secuencia de sus actos y obras nos permite comprobar, por ejemplo, la fuerte oposición que mantuvo con Calvino, quien se refirió a ella y al grupo de poetas platónicos que acogía en su centro de cultura, en el castillo de Nérac, calificándolos de "libertinos”. Con respecto a Erasmo, Margarita, también siendo reina de Navarra, se negó a recibirlo pese a la carta halagadora que éste le envió. (2)

Seguir las huellas de esta escritora y protectora de las artes nos ha permitido descubrir a una figura tremendamente interesante, una gran pensadora, poetisa y literata con una obra hermética notable. Su biógrafo Henri Jouda escribió lo siguiente:

tenía un ávido apetito de conocer el bien, lo justo y lo bello y una insaciable sed por el amor humano y divino.

Una mujer valiente y aguerrida que defendió, con peligro de su propia vida, a los que como ella fueron defensores de las enseñanzas de la Cábala Cristiana, de la sencillez y luminosidad de los Evangelios y de la Filosofía Hermética en general. En realidad Margarita tuvo que enfrentarse a las huestes literales presentes en distintos frentes. De un lado fue censurada, y prohibido uno de sus libros, por los ultracatólicos y teólogos de la Sorbona, donde radicaron los más fieros tribunales inquisitoriales de Europa, y de otro por los protestantes, que en Francia se llamaron hugonotes. Y eso le sucedió igualmente a uno y otro lado de los Pirineos, o sea en Francia y España, donde la persecución de estas ideas y la quema de “brujas” estuvieron tan reverdecidas.

Sus obras escritas la muestran poseedora de un pensamiento reflexivo y de un mundo espiritual conectado con un itinerario interior, análogo al viaje iniciático referido por Dante en su Divina Comedia, y en general se la ve identificada con la perspectiva de la simbólica universal que desarrollaron los Fieles de Amor y los neoplatónicos, y con la mística cristiana, y todo ello interrelacionado con su acción de gobernante, lo cual viene a cuadrar con su adhesión a esa organización iniciática. Al respecto nos aclara Francisco Ariza:

Tengamos en cuenta que Dante y los Fieles de Amor además de artistas, filósofos, poetas y contemplativos, eran también hombres de acción que estaban comprometidos ante todo con la idea de Justicia, plenamente convencidos que su aplicación debía conducir a la paz y a la libertad para todo el género humano. La paz en la justicia, es decir la Justicia como un don del cielo para el buen gobierno de los asuntos de los hombres. Esta alta concepción de la política era el santo y seña de los Fieles de Amor en sus relaciones con el mundo exterior, y Dante mismo escribió un tratado muy importante de filosofía política al que puso por título Sobre la Monarquía, aunque en el fondo también podía haberse llamado "Sobre la República", pues en realidad trataba de la Justicia como el elemento central que debe guiar todas las acciones de los hombres, empezando por los destinados a gobernarlos, idea esta que no estaba muy lejos de lo que pensaban algunos prestigiosos antepasados de Dante, y también de todos nosotros; nos referimos a Pitágoras, Platón, Cicerón…(3)

Los temas que como escritora desarrolla son en torno a la fe y el destino del alma humana más allá de la vida física. En este sentido debemos citar Miroir de l´ame pecheresse, o sea “Espejo del alma pecadora”, obra que la Sorbona inmediatamente censuró, y donde la autora se muestra conocedora de los movimientos espirituales del pasado, en este caso la vemos vinculándose directamente a otra Margarita, de apellido Porete, mística francesa de la corriente de las beguinas, que como ella nació en Francia, aunque dos siglos antes, muriendo en la hoguera en 1310 acusada de hereje por haber escrito un libro sobre Amor cuyo título era parecido al de nuestra Margarita: El Espejo de las Almas simples.

Otros títulos de las obras publicadas de nuestra protagonista que no podemos dejar de nombrar son: Las prisiones, Le triomphe de l’agneau, Contes et nouvelles, El Inquisidor, Comedias Bíblicas (que se representaron en su Corte), Heptameron, Marguerites de la Marguerite de princesses (una recopilación de textos), y Lettres de Marguerite d'Angouléme.

Varias de sus cartas están fechadas en España: Barcelona, Zaragoza, Toledo, Guadalajara, Sigüenza, Medinaceli, Alcalá y otras ciudades. Añadir que estos títulos conforman únicamente una parte de su producción literaria, ya que aún siguen apareciendo manuscritos suyos inéditos. Efectivamente, la Biblioteca Nacional de Francia acaba de dar con 12.000 versos que componen dos obras dramáticas, diez epístolas, dos poemas y un importante número de canciones que se han reunido bajo el título Les derniéres poésies de Marguerite de Navarre.


En este pergamino iluminado con el escudo de armas de Margarita se ve a Enrique II de Navarra, su esposo, con una margarita en la mano. Initiatoire instruction en la religion chrestienne pour les enffans. Atribuido a Wurttemburg Johann Brenz. Bibliothèque de l’Arsenal, París. Regalo de boda de éste a Margarita. En él podemos leer en latín: “He encontrado una preciosa margarita y la he guardado bien dentro de mi corazón.”

El Heptameron es su libro más divulgado, aunque a veces lo hemos visto editado con otro título, algo así como “Los relatos de la reina”, etc. Este libro está inspirado en el Decamerón de Boccaccio, y como éste es a veces irónico, otras mordaz, picante y siempre ameno e inteligente, pues nuestra reina de Navarra, habitante por mérito propio de la Ciudadela Invisible recreada por todos los amigos de la Filosofía Hermética y Platónica, no deja de enunciar y revelar en sus relatos ideas trascendentes que en ese marco literario pasan inadvertidas a los profanos, y especialmente a los estirados teólogos de la Sorbona que a lo sumo lo toman como una simple obra de divertimento.
La composición del Heptameron está formada por 72 narraciones escritas en el transcurso de 7 días. Números ambos relacionados con la Astrología y la Cábala Cristiana (7 son los planetas y las sefiroth de “construcción cósmica” en el Árbol de la Vida, y 72 el número de los nombres de Dios), tradiciones que ella conocía muy bien(4). 72 capítulos son también los que componen el libro sobre el Symposium platónico, o sea el De Amore, de Marsilio Ficino. Y el hecho de que la autora enuncie en su introducción que pretende llegar hasta los 100 cuentos, entendemos que forma parte de una “maniobra de distracción”, como en realidad lo es todo el libro. Tengamos en cuenta que cuando lo escribe ya había sido señalada por la Sorbona e incluida en una lista de escritores herejes de la que sólo fue borrada por la intervención de su hermano, el rey Francisco I.

El Heptameron es una ingeniosa manera de llevar a cabo una denuncia.Según lo especifica la propia autora, cuenta historias reales, unas ocurridas en Italia, otras en Francia, otras en España, por lo que constituyen una auténtica evidencia de la falsedad de cierta curia que con sus actuaciones contradicen de plano lo que proclaman desde sus púlpitos.


Sobre estas líneas la fina estampa de Margarita de Navarra, imagen tomada de su Heptameron en la edición de Henry G. Bohn, Londres 1864.

Cenáculo de Meaux
La importancia de este grupo creado en torno a la figura protectora de Margarita, nos obliga a decir algunas cosas más. Este círculo, que contó con el respaldo de su hermano Francisco I, representó la punta de lanza que proyectada desde la Academia florentina llegaba a Francia como dardo regenerador de un tiempo, y lo hacía a través de Jacques Lefèvre d'Étaples, en colaboración con el obispo Guillaume Briçonnet, ambos fundadores de este llamado “Cenáculo de Meaux”.

Lefèvre d’Étaples es un personaje principal del Renacimiento en Francia, al ser pionero de esa visión de encarar el pensamiento de forma universal, y de adaptar la enseñanza tradicional a la perspectiva de su tiempo. En este sentido debemos mencionar sus conocimientos de la obra de Marsilio Ficino, Pico de la Mirandola, Nicolás de Cusa, Reuchlin o Egidio de Viterbo.

La producción literaria y filosófica de Lefèvre d’Étaples destaca por su naturaleza multidisciplinar (propia de la Ciencia Hermética), lo que hace que los estudiosos modernos, que todo lo quieren compartimentar, consideren incalificable su obra.

Pero lo que hemos podido constatar es que el Cenáculo de Meaux fue una escuela de traductores y un grupo que pretendía vivificar la doctrina cristiana y liberarla de la demagogia escolástica, y para ello tuvieron el apoyo y la protección tanto del rey Francisco I, como de su hermana Margarita. Al respecto fue Francisco I quien mandó al abad de St. Germain-des-Près, el obispo Guillaume Briçonnet, como embajador a Roma, en donde permanece durante dos años, siendo a su vuelta cuando es convertido en obispo de Meaux, fundando junto a Lefèvre dicha escuela. En ella se vierten al francés los Evangelios y otros textos bíblicos y cabalísticos.

En sus escritos Briçonnet valoriza la figura del Papa como representante de la fe en Cristo, pero teniendo igual respeto por conocimientos ancestrales venidos de antiguas tradiciones. Sin embargo, por esa forma de entender la universalidad de las ideas el obispo fue acusado por el Parlamento de París de herejía, estamento que resolvió quemar todas sus obras. De ellas se citan títulos como Synodalis Oratio (París, 1520 y 1552), destacándose también el archivo de su correspondencia con Margarita.

Poco después de esta acusación dichas huestes literales y fanáticas caen sobre los miembros del Cenáculo. Sucedió cuando el monarca francés se encontraba preso en Madrid por un altercado con Carlos V, razón que llevó a su hermana Margarita a viajar hasta allí para negociar con el rey las condiciones de su liberación. La Sorbona, aprovechando el vacío de poder que había creado aquella circunstancia, nombra una comisión inquisitorial que va de nuevo a Meaux, y a resultas de los expedientes que realiza el tribunal condena algunos comentarios vertidos por Lefèvre en su traducción de la Biblia. Le piden que se retracte pero éste no lo hace sino que huye y se refugia fuera de Francia.


Non inferiora secutus. (No aceptaré destinos menores)
 Emblema de Margarita asociado con la margarita y cómo en su
sencillez esta flor que tanto se parece al sol, solo hacia él se gira.

El Cenáculo se disuelve y el resto de sus miembros se esconden en lugares protegidos fuera de las fronteras galas. Un año después Francisco I regresa a París e inmediatamente consigue que Lefèvre regrese de su exilio, siendo acogido por Margarita hasta sus últimos días. Con ella también estuvo nada menos que Cornelio Agrippa, contratado como médico, y no sólo del cuerpo sino también del alma, como gustaba reconocerse a sí mismo.

Durante el periodo que vivió en España, convirtió Navarra en un centro intelectual donde reinaba la paz, y que con el tiempo impresionaría a personajes de la talla de William Shakespeare, que tomó dicha Corte como escenario de su obra Trabajos de Amor Perdidos, donde enuncia: “Navarra será el asombro del mundo”.

La siguiente cita cierra nuestro capítulo e invita a la investigación y traducción de la obra, prácticamente inédita en español, de esta ilustre Dama.

En sus dominios de los Pirineos decidió reconstituir el Grupo de Meaux, que en su reino no se vería amenazado por la Sorbona. Uno de los que aceptó su invitación fue Lefèvre d’Étaples, quien se convirtió en preceptor de los príncipes de la casa real de Nafarroa [Navarra], ya que para entonces había nacido Juana, que vino al mundo el 7 de enero de 1528. Otros intelectuales que buscaron la protección de la reina de Nafarroa fueron François Rabelais (que se situaría en el punto de mira de la Sorbona por sus obras “Gargantúa” y “Pantagruel”), Clément Marot, Michel d’Arande, Bonaventure des Périers y Antoine Le Maçon, entre otros(5).

Margarita de Angulema, reina de Navarra
Margarita leyendo sus relatos a Francisco I.
Óleo de Léon Olivie (1863-1901).

Notas
    (*) El presente texto es un capítulo de un libro en preparación relacionado con la Academia Platónica de Florencia y su entorno femenino. [No hallándose ya en la revista SYMBOLOS telemática, se publica aquí con el permiso expreso de su autora.]
    (1) Estamos comprobando cómo la gran mayoría de esos integrantes, a pesar de pertenecer a tiempos distintos, han sufrido la misma incomprensión del medio por convivir en el Colegio Invisible con Sócrates, Platón, Virgilio o Dante, y amar la cabalidad en todas las cosas.
    (2) Ver los estudios de Yon Oria Calvino y la Corte de los Labrit en Navarra 1534-1564. Fundación Príncipe de Viana.
    (4) Margarita había aprendido hebreo con Paul Paradis, un converso de Venecia que se trasladó a París donde escribirá, entre otros, un diálogo titulado Del modo de leer hebreo (1534), dedicado justamente a su alumna Margarita. En dicho diálogo el autor identifica la Cábala con las enseñanzas de Platón.
    (5) “Margarita de Navarra. La primera mujer moderna” de Pello Guerra. Revista Naiz citando a Jon Oria y su obra, Misticismo en la obra de Margarita de Navarra.

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