El Viaje del Conocimiento:
Diálogos con Federico González

Segunda Parte (y fin)

Mª ángeles Díaz

HERMETISMO Y MASONERíA


Hermetismo y Masonería. Doctrina, Historia, Actualidad, es el séptimo libro y el segundo publicado aquí en Argentina, después de El Tarot de los Cabalistas. Debemos decir que cada uno de los libros de Federico constituye una experiencia en el camino del Conocimiento, siendo precisamente esto lo que los hace ser, además de operativos, enormemente atractivos para el lector comprometido con su propia búsqueda y realización interior.

Esa atracción que hay en sus libros en realidad se ejerce por intermedio de la belleza de la inteligencia que anida en las propias ideas que Federico extrae de los símbolos y de las interrelaciones entre todos ellos, pues como estamos viendo a lo largo de estos diálogos el juego entre las distintas simbólicas forma parte esencial de su didáctica transformadora.

Como su propio subtítulo sugiere, Hermetismo y Masonería es un libro que trata de la “Doctrina, Historia y Actualidad” del Hermetismo, y de la Masonería integrada dentro de él. Y que no podemos dejar de enunciar como factores relevantes para conocer el verdadero sentido esotérico de la Historia de Occidente.

Precisamente, el primer capítulo, titulado “Los Libros Herméticos”, constituye una perfecta introducción a los textos sagrados y sapienciales de nuestra Tradición, y donde se señala el papel fundamental que estos libros han tenido (y siguen teniendo) en la transmisión de las principales ideas íntimamente relacionadas con ese conocimiento que simboliza Hermes Trismegisto, cuyos seguidores a lo largo del tiempo componen la lista de nombres de la llamada “cadena áurea”, la cual queda fielmente restituida en este libro. A esa genealogía espiritual del esoterismo occidental pertenecen personajes como Orfeo, Pitágoras, Platón, Filolao, Arquitas de Tarento, Theón de Esmirna, Apuleyo, Numenio, Virgilio, Ovidio, Apolonio de Tiana, los dos Plutarco, de Queronea y Atenas, Moderato de Cádiz, Nicómaco de Gerasa, Anmonio Saccas, Plotino, Porfirio, Zózimo, Jámblico, Hypatia de Alejandría, las Asclepigenias, Hermias, Proclo, Marinus, Boecio, Damascio, Dionisio Areopagita, Miguel Pselos, Nicolás de Cusa, Jorge Gemisto Pletón, Cardenal Bessarion, Marsilio Ficino, Pico de la Mirándola, Juan Reuchlin, Cornelio Agrippa, John Dee, Robert Fludd, Michel Maier, Elías Ashmole...,  entre tantos otros hombres y mujeres.

Acerca de la influencia que las ideas herméticas y esotéricas han tenido en la génesis y desarrollo de la cultura y la ciencia nos habla Federico en el capítulo III (“Apuntes sobre Hermetismo y Ciencia”), en los siguientes términos:

El nacimiento de la Historia de la Ciencia, tal cual hoy la conocemos, está relacionado con las ideas de la Tradición Hermética y las investigaciones y experiencias de los hermetistas, auténticos sabios –siempre perseguidos por la ignorancia y los personajes oficiales que la encarnan– que tienen sumo respeto por las enseñanzas del Corpus Hermeticum, las cuales definen una actitud clara con respecto al hombre y su papel en la Creación.
 


La influencia de los libros herméticos


Miércoles, 13 de Abril.

Que las ciencias humanas actuales han sucumbido a la decadencia propiciada por el racionalismo, el positivismo, etc., es algo que cualquiera observa ya; sin embargo la esperanza suscitada por una corriente de pensamiento es la vuelta al Hermetismo, es decir aceptar lo que la deidad Hermes simboliza en cuanto a patrones de pensamiento, pautas y encuadres, algo que ya en otras ocasiones ha sucedido. Por eso me parece tan importante poder abordar hoy el tema con Federico, máximo exponente hoy en día de esa Tradición, y de esa figura que recorre la historia de Occidente hasta nuestros días como héroe cultural, pues no solamente se identifica con el alejandrino Hermes Trismegisto, sino con el Thot egipcio, el Hermes griego y el Mercurio romano. De hecho esta entidad espiritual-intelectual, según está documentado en esta obra, es Universal y puede asimilarse con el Odín y el Wotan nórdicos, con los Henoch, Elías y Eliseo bíblicos, con el Zoroastro iranio, y con el Quetzalcoátl tolteca y sus análogos en toda América, con quienes comparte muchos de sus atributos y funciones.

Y la noticia más relevante si cabe –le digo a Federico–, es que de todos ellos se afirma que no han muerto, sino que han sido arrebatados al cielo, están vivos, y han de volver al final de los tiempos, o sea de este ciclo humano.

– Efectivamente, como vos decís todos estos dioses son antediluvianos, atlantes, y aún de origen anterior, hiperbóreos, y su presencia ha sido continua a lo largo de la presente humanidad pues son ellos los que han articulado todas las tradiciones conocidas por su propia función, y hasta aquellas de las que hemos perdido noticia. También es muy importante en la última revelación religiosa, el Islam, donde Hermes es conocido como el profeta Idris, mencionado así en el Corán, y donde es asimilado al Mahdi, personaje que también aparecerá al final de los tiempos, y que de hecho se ha presentado cada vez que esta tradición ha estado en peligro de extinción o corrupción.

En el libro también hablas de Jesús como uno de los arquetipos de Hermes al tiempo que destacas ciertas coincidencias históricas muy curiosas que tienen que ver con el nacimiento de Hermes, que según el relato de Homero se produce de noche y en la oscuridad de una gruta, lo cual de alguna manera lo relaciona con el nacimiento de Jesús en un pesebre; también resulta un dato bien significativo el nombre de sus respectivas madres, Maia y María. Otro tanto sucede con Buda, cuya madre también posee el mismo nombre, Maia. Va de suyo que uno no puede sustraerse, ante estas coincidencias, de establecer una relación y de intuir una historia muy elevada, como tocando otra dimensión que le hace reconocer a uno que siempre se es un ignorante, y que reconocerlo es en un sentido el fin de estos trabajos herméticos.

– A mí lo que me ha interesado subrayar, como de hecho lo estoy haciendo en estos diálogos, es que las deidades, númenes o ángeles se expresan al ser humano como arquetipos, y se hacen en nosotros de modo descendente, puesto que el recipiente de nuestra alma ha logrado darles cabida mediante una reciprocidad armónica.

El pensamiento hermético también se vierte en el Islam por varias direcciones; una es naturalmente la de los escritos griegos, otra a través de los sabeos, un pueblo que descendía de la reina de Saba y que rendía culto a Hermes, y cuya asociación con el rey Salomón y su templo ligan esta tradición con las distintas Gnosis y con la Masonería.

– Así es, posteriormente fueron islamizados y su antiguo Dios pasó a ser el profeta Idris como antes dije.

Lo cierto es que al repasar la historia de las ideas y la literatura por ellas creada, se descubre que siempre existieron pequeñas organizaciones basadas en el Hermetismo, generalmente nucleadas en torno a sabios, escritores y grupos ligados a la forma de ver los Principios de esta Tradición; sin embargo siempre conviene remarcar que en cuanto a la revelación o realización hermética ésta se da en lo individual...

– No sólo en lo individual sino que ésta puede darse de muy distintos modos. Pero lo interesante es que allí donde se revela el Noûs hay siempre el influjo espiritual de Hermes, o del pensamiento hermético, lo que equivale a recibir su legado y afiliarse a él, pues mediante su mediación ligamos con aquello que buscamos.

Quizás por eso el libro lo dedicas a los “solitarios”, a aquellas personas que han recibido el Mensaje de la Tradición Hermética, así como a los Aprendices masones, en definitiva a todos aquellos que buscan.

– Claro, es natural que sea así, me refiero a dedicar el libro a los que trabajan su regeneración en este espacio-tiempo encarnando los símbolos de la Cosmogonía, es decir de las ideas que conforman el Arquetipo o Modelo Universal, lo que es idéntico a una verdadera espiritualidad.

Siempre que uno se encuentra ante el hecho histórico que supuso el periodo renacentista –le digo–, sorprende sobremanera el hecho constatado de ver que los libros herméticos, y las ideas-fuerza en ellos contenidas, fueron el detonante de esa gran revolución en el pensamiento de aquellas personas a través de las cuales se produjo una tal eclosión artística y cultural de la magnitud del Renacimiento. ¿Qué descubrieron en esos libros los artistas, filósofos, científicos y creadores en general?

– Está muy bien que abordes el tema de ese modo porque eso nos permitirá añadir que esos textos, junto con Pitágoras, Platón, los neoplatónicos, la Cábala, las ciencias de la naturaleza, la magia natural y la antigüedad egipcia, griega y romana, en realidad han moldeado la cultura de ese período, y de alguna manera la nuestra, la contemporánea, pues a través del Renacimiento estos libros, y su contenido, han seguido vivos y, como sabes, han llegado hasta nuestros días a través de una corriente hermetista que incluye a la Alquimia, siempre espiritual, y naturalmente a todas las ciencias que invoquen la paternidad o la protección de Hermes o estén vinculadas a esa transmisión tan singular de energías, cuyo pensamiento los libros herméticos en su conjunto expresan con claridad, ya que el propio Hermes es tomado como el mantenedor de la sabiduría oculta y su transmisor, y su nombre debe ser considerado más como el de una influencia espiritual que el de una persona.

La veneración a los libros, como es el caso de los libros herméticos y de la filosofía platónica, resulta evidente, en muchos autores que se ven inflamados por la belleza, inteligencia y sabiduría en ellos contenida, la que como rocío impregnó ese ambiente, es decir el alma de todas aquellas personas que alentaron ese renacer del que aun tenemos su resplandor.

– Sin duda los Hermética tuvieron su esplendor histórico en ese periodo renacentista, como decía, junto con las enseñanzas pitagóricas, platónicas, neoplatónicas, cabalística y cristiana, con las que esos libros coinciden en numerosísimos puntos.


El Simbolismo Masónico y la Alquimia


Tomar la Masonería como prototipo de una sociedad iniciática estructurada en torno al simbolismo constructivo como imagen de la Cosmogonía Perenne, es la cuestión que abordas en el segundo capítulo.

– Lo que he querido destacar en esa parte del libro es que el simbolismo constructivo es una imagen de la arquitectura del Universo y del hombre como su miniatura.

Decir que el maestro masón es un mago o un teúrgo, es algo que choca con la idea un tanto cristalizada que se tiene de la Masonería y de su origen artesanal. Sin embargo la Alquimia, o sea la obra de transmutación, único sentido de la iniciación, queda desplazada del núcleo de esta tradición. Lo cierto es que para muchos masones ha sido una novedad oír decir que el masón que ha alcanzado la maestría es un mago al haber logrado su integración con las pautas, números y medidas del cosmos, en total concordancia con los ciclos y ritmos de las leyes naturales que conforman el modelo del mundo.

– Siempre veo al teúrgo como hombre de Conocimiento, y sobre todo como creador y ejecutor de un proyecto surgido de la nada, análogo al cosmos, pero producto de la concentración y el trabajo de un pequeño demiurgo humano. Un creador.

La Logia es un modelo del cosmos, o sea, el lugar donde se expresa la Voluntad Perenne del Gran Arquitecto del Universo, y lo hace a través del símbolo y el rito naturalmente, que son sus mensajeros... De ese modo se aprende a conocer su obra, el cosmos, y sobre todo el Pensamiento que la ha organizado.

En el libro dejas bien sentado que ser masón no es una simple adscripción a una institución, aunque sea tan prestigiosa y esotérica como la Masonería, sino encarnar su cuerpo doctrinario. Federico ¿Cómo definirías lo que es verdaderamente ser un masón?

– A veces es difícil enunciar ciertos conceptos debido a la naturaleza metafísica que estos encierran... (se hace un silencio); no obstante creo que lo que debe decirse es que ser masón es encarnar el cuerpo doctrinario de la Masonería, como bien dices, y que se manifiesta en la totalidad de los mundos, es decir en el mundo o plano espiritual, el anímico y el corporal.

Lo que de verdad quiero manifestar es que ser masón es realizar un trabajo operativo que actúe sobre uno mismo, ya que es el único modo de poder comprender tanto la majestad de los conceptos con los que se está trabajando, como la dignidad que tienen estas labores que nos conducen al Conocimiento, donde en definitiva está el principio y motor de todo trabajo, inclusive material y profano.

Viernes, 15 de Abril. Por la tarde.

Nos sentamos de nuevo a trabajar y Federico enseguida me dice:

– Todo esto de lo que hablábamos se resume en la propia tarea del masón que como se sabe consiste en pulir su piedra bruta llevándola a la perfección, y como comprenderás esta labor no es diferente de la del alquimista, o hermetista, que lleva a cabo la transmutación, es decir que completa un ciclo propio y real en un mundo permanentemente inacabado. Me refiero –continúa diciendo– que este pulimento de la piedra, encargado por el Gran Arquitecto del Universo a los hermanos masones, sólo se extinguirá con el fin de los tiempos, o sea, hasta el momento en que el tiempo siempre vivo, siempre presente, absorba la totalidad del espacio.

Hoy en día todo el mundo avista ya el final del ciclo, y por tanto del mundo moderno, y el quebranto que han sufrido los valores tradicionales, los cuales están constantemente siendo desprestigiados por los poderes fácticos del momento (como ha ocurrido siempre que las huestes literales y el bajo intelecto, ligados a la pasión religiosa, o política se han impuesto), que intentan borrar la verdadera memoria de los pueblos e inculcar otra proyectada por su propia mediocridad y ansia de poder.

En un mundo así cobra especial relevancia que en este final de ciclo la Masonería pueda seguir siendo un depósito de la doctrina viva y con posibilidad, a pesar de lo sombrío de la situación, de ser una vía de realización intelectual o espiritual. Es decir la realización por el Conocimiento, según el pensamiento gnóstico.

– Y hablando de la memoria –continúa Federico– nunca deberíamos olvidarnos que la Masonería es noaquita, es decir que desciende de Noé, y que recibe su legado doctrinario de un ciclo anterior al diluvio bíblico, tal como cuenta la Tradición.

En el libro explicas que las corrientes sapienciales de la Masonería son Pitágoras y Hermes, que son a fin de cuentas las que sostienen la Orden, y que por eso están representadas por las dos columnas de entrada a la Logia, aquellas que también has identificado con las propias piernas de la Madre Logia por las que es parido el neófito.

– Efectivamente, las dos columnas, llamadas dentro de la Masonería J y B, están referidas a esas dos corrientes sapienciales que, como muy bien se dice, son las que nutren la Orden. Ahora bien, estas dos corrientes que en definitiva son las que conforman la estructura doctrinal de la Masonería, se armonizan perfectamente con la corriente cristiana y judía.

Pero volviendo sobre el tema de la Alquimia dentro de la Masonería, me gustaría, ampliando mi respuesta anterior, decir que si hablamos de Hermetismo también incluimos a la Alquimia, que ha dado tantos símbolos a la Orden, siendo los principios sobre los que está fundamentada los del Azufre, el Mercurio y la Sal, los que a su vez ejercen sobre la Masonería una influencia total desde los primeros grados.

Claro, por eso el Arte Alquímico tiene en común con la Masonería el desarrollo interior, siempre “tendiente a la perfección”.

– Así se dice en los rituales masónicos, y así es como se vivencia por el aprendiz… Esto es muy interesante –dice al cabo de un rato de silencio–, pues conlleva la idea de considerar la Naturaleza como obra inacabada y por tanto al alquimista, o hermetista o artista, como alguien suficientemente instruido y capacitado como para completar y perfeccionar esa Obra.

También está clara la relación entre el simbolismo constructivo y la Alquimia; por ejemplo la relación entre la “piedra bruta” y la “materia prima” alquímica; e igualmente entre la “piedra cúbica” y la “piedra filosofal”. En fin...

Si tuvieses que resumir la realidad de estas simbologías, ¿cómo lo harías?

– Yo lo que diría es que todo esto nos habla del proceso de transmutación y son completamente secundarios los símbolos que se empleen para ello. Lo que sí quiero dejar claro es que creo firmemente en la capacidad actuante del símbolo, es decir en su virtud transformadora, y también que estos símbolos están esperando intérpretes que los vivifiquen.

La conclusión a estas últimas conversaciones la tomo del propio libro de Federico, justamente del capítulo titulado “Actualidad del Hermetismo y la Masonería”, donde entre otras cosas dice:

La Tradición Hermética y la Masonería, es decir el esoterismo occidental, se ha mantenido vivo desde sus orígenes egipcios y griegos, y forma parte de la columna vertebral de nuestra cultura.

La larga lista de iniciados, desde los textos que los testimonian en los jeroglíficos egipcios y en los escritos griegos incluyendo a Orfeo, Pitágoras y Platón, son los maestros de esta Tradición ligada directamente con la divinidad Thot-Hermes y su proyección filosófica en Alejandría en el siglo III y hermético-alquímica en la Edad Media y el Renacimiento, afirmada en el pensamiento Rosa-Cruz, que desemboca en la Masonería.

La Tradición Hermética es, junto con los demás valores culturales que conforman el pensamiento occidental, incluidas las religiones que coexisten con él, la vía iniciática por excelencia para todos aquellos que han nacido o viven en Occidente y tienen las estructuras de su impronta cultural. Esta Tradición, cuya característica es la versatilidad frente a la rigidez y legalidad de otras tradiciones dogmáticas, es la posibilidad de encarnar los Misterios Menores, es decir la reintegración del Hombre Verdadero y de sus posibilidades supra-humanas, tal cual fue en el origen, en un Paraíso anterior a la caída. O sea, que junto con la Masonería tratan a la Cosmogonía como soporte de la Metafísica (...)

Es obvio que el proceso alquímico solo se produce en la intimidad de la conciencia, donde el sujeto de la transmutación va alterando su materia, tomando la secuencia cromática correspondiente a las imágenes que posee y a las simbólicas por las que transita. La doctrina es su guía y hay numerosos caminos –métodos– por seguir; las artes liberales dan cuenta de la mayoría de ellos.


LAS UTOPIAS RENACENTISTAS


Sábado, 16 de Abril.

Por la mañana anduvimos paseando por la Florida, una calle repleta de tiendas y comercios. Allí nos hemos detenido a tomar un aperitivo en el conocido café Rialto. Federico me ha contado que ese era un lugar al que solía venir de joven, antes de iniciar su época de viajes por toda América y que le llevó, en su primera etapa, a la Selva Amazónica. Luego almorzamos en el Grant’s de la calle Las Heras con su esposa y una amiga de ambos de la Plata, de la que ya había oído hablar por ser alumna, y estudiosa, de la obra de nuestro autor a través del Programa Agartha.

Ya por la tarde dedicamos un espacio a continuar con estos diálogos. En esta oportunidad he querido tomar otro libro importante dentro de la bibliografía que nos ocupa. Hablo de Las Utopías Renacentistas. Esoterismo y Símbolo, otro libro editado también aquí en Buenos Aires.

Federico en este libro nos sitúa históricamente en el núcleo vital del Renacimiento, del que brotó la chispa que irradió a distintos países de Europa, entre ellos España e Hispanoamérica en su conjunto, tomando formas como el Iluminismo Rosacruz o la Ilustración. Ese centro es la Corte de los Médicis, corazón de ese movimiento, y al joven Marsilio Ficino, quien traduce el Corpus Hermeticum y los textos de Platón.

Además de ponernos sobre la pista de los investigadores que, desde hace años, están estudiando la influencia del Hermetismo en el resurgir de las artes y las ciencias humanas, Federico nos presenta en el libro otras artes de origen clásico que también se practicaron durante ese tiempo, las que denomina “artes ignotas”, por esconderse en ellas ciertos misterios no desvelados hasta ese momento. Con ello Federico rescata de la clasificación “oficial” estas obras al ponerlas en el lugar que les corresponde, la corriente y el contexto tradicional, con lo que queda restituido su valor.

Entre dichas artes ignotas está la de la memoria, que para los hermetistas consiste en reflejar el universo en la propia memoria, tal como lo practicaba Giordano Bruno, por ejemplo.

Federico, La Utopía se refiere a un lugar que no está en ninguna parte visible, sino en otro plano mucho más ligado con el eterno presente, y que según la tradición siempre ha sido proyectado tanto en el futuro, como algo que uno podría alcanzar, como en el pasado, y esa es la idea del Paraíso Terrenal.

– Esta es una idea –contesta– que tiene que ver con el mito del origen, que es vertical, es decir que existe permanentemente y en simultaneidad, y que debe ser trasladado al pasado para ser comprendido en la sucesión. Igualmente el deseo y la voluntad de integrarse a él se proyectan en un futuro posible siendo esa la razón de la Utopía.

¿El Renacimiento fue una Utopía?

– Primero de todo hay que relacionar ese resurgimiento que se vivió durante la época renacentista con ciertas posibilidades presentes ya desde épocas remotas en el alma de Occidente, y cuyo punto de partida debemos situarlo en Egipto. También el pensamiento griego y por supuesto una corriente traída por sabios de Bizancio a Florencia. Lo especial, por decirlo así, es que todo ello tuvo el suficiente impulso como para renovar las estructuras sociales, culturales y artísticas, dejando atrás una época que ya estaba un tanto petrificada, me refiero, claro está, a la Edad Media.

Sin embargo siempre has reivindicado que la Edad Media no es, ni mucho menos, “un grosero infierno de ignorancia poblado de leyendas negras”, como se acostumbra a pensar. Y para ello no haces sino señalar las magnificencias de su arte, me refiero tanto al esplendor del románico como a ese prodigio arquitectónico que es el gótico.

– Lo que en verdad es interesante descubrir, y uno lo puede apreciar si hace un seguimiento por la historia de las ideas, es que cada época ha tenido su propio Renacimiento…

Leyendo el libro uno descubre que el plano imaginal y literario también tiene en lo terrenal su espacio, un espacio que se puede construir y defender, o sea que puede tomar forma y concreción, como ocurrió en Florencia.

– Esta literatura es un arte escondido, es decir un arte esotérico que los hermetistas, tanto los gnósticos cristianos como los judíos, han practicado y con el que han transmitido sus claves de conocimiento con el fin de recrear la idea de la Ciudad Celeste, de la cual se dice que habrá de descender a la Tierra.

Un hecho proyectado desde dentro de ese pensamiento filosófico, presente también en los clásicos y en la Biblia, que según vemos en el libro, es el que inspiró al almirante la aventura que culminó con el acontecimiento histórico de mayor trascendencia para el Mundo, nada menos que el descubrimiento de América.

– Efectivamente, para el marino genovés la idea de mundos paralelos, o sea de otros espacios reales coexistiendo con nuestro mundo en el plano imaginal, y que por tanto deben tener una ubicación geográfica tangible, constituye el secreto que le es revelado en las escrituras.

Tal vez lo más significativo de esa época es precisamente eso, es decir que las empresas materiales no estaban separadas de las espirituales tal como lo muestra el ambiente mágico-intelectual en el que se desenvolvía Colón, sus lecturas y todo lo que él mismo relata en sus diarios dejan claro qué clase de ideas le impulsaron a realizar tamaña empresa equiparable con el viaje iniciático puesto que ambas parten de un mismo impulso, el ansia que tiene el hombre de ampliar sus horizontes.

– Para el punto de vista esotérico eso siempre es así, y por eso la tierra que se ansía y se intuye, es una imagen del Conocimiento que se pretende igualmente conseguir.

Es decir que la Ciudad Celeste siempre es un descubrimiento interior y un destino que cumplir.

– Desde luego. Si repasamos la historia, y no se si con eso me voy a salir del tema, nos encontramos con que no solamente San Juan de la Cruz se refirió a América como una ínsula extraña, también podríamos citar al propio Tomás Moro, quien vio la Tierra americana como símbolo de la Utopía. Una tierra firme del mar Océano, donde subyace el paraíso mítico que se encuentra directamente vinculado con una nueva posibilidad de ser, lo que naturalmente es lo mismo que encontrar en lo individual un destino histórico en un mundo significativo. Pero creo recordar que ya hablamos de esto el otro día...

Domingo, 17 de Abril.

Hoy anduvimos paseando por San Telmo, del que ya hablé, un lugar encantador donde el tiempo parece estar detenido en una época concreta de la ciudad porteña, una postal antigua para el turista. El ambiente lo da un gran mercadillo de antigüedades, que bajo toldos instalan aquí. En él se venden las cosas más curiosas, fotos de viejos actores, de intérpretes del tango, discos de vinilo, libros y todo tipo de pequeñas reliquias y artesanías... Un sitio muy bullicioso donde siempre suena de fondo la música del bandoneón. Definitivamente todo un espectáculo y un teatro de la nostalgia.  


La Ciudad Celeste


Lunes, 18 de Abril.

Siempre encuentro a Federico con ánimo para continuar trabajando en la entrevista, lo que a mi me produce una enorme alegría y total agradecimiento a su paciencia, que me ha permitido enriquecerme y crecer al lado de su sabiduría. Después de los saludos siempre cordiales le planteo el tema de mi meditación, la Ciudad Celeste o la Utopía, como el lugar del que uno en realidad procede y del que habla la literatura de todos los pueblos, aunque a veces la propia genealogía pasa a ser esa “ínsula extraña”, a la que los pueblos tradicionales evocan en su mitología.

– Ciertamente la Ciudad Celeste es, desde el punto de vista del simbolismo espacial, lo mismo que las genealogías o los antepasados lo son al temporal, y ambas, por decirlo así, confluyen para cimentar la realidad de la vida de una sociedad tradicional. Por eso los pueblos que de una u otra manera evocan esa ciudad mítica lo hacen porque verdaderamente sienten que son herederos de ella en esta tierra, y descendientes de sus moradores. Un centro –matiza Federico– en donde efectivamente las energías del cielo y la tierra, de los vivos y los muertos, se conjugan permitiendo el desarrollo de la vida y de esa comunidad en el tiempo.

De hecho –continúa– toda esta simbología se basa en la idea de que un plan conocido es la expresión de otro desconocido y en las correspondencias que existen entre ellos, lo que fundamenta las leyes de la analogía.

Se hace un prolongado silencio.

Sueles decir que el pensamiento analógico es mágico. También que la iniciación consiste en una perspectiva nueva de la realidad a la que se puede llegar a través de diversos medios tradicionales. Como saben muy bien tus lectores, con respecto a los modelos de realización iniciática, siempre has dicho que no todos esos vehículos son igualmente adecuados para todas las personas, sino que cada quién tiene el suyo propio.

– Naturalmente, como igualmente es mágico el viaje del conocimiento. En este debemos tomar determinados vehículos apropiados para ciertos tramos que debemos cumplir. Posteriormente, y atendiendo a los terrenos y momentos, debemos dejarlos ¡a veces para siempre...!, y tomar otros nuevos. Lo que quiero decir es que para algunas personas son unos y no otros, pues es evidente que los seres tienen ciertas facilidades particulares y simpatías por determinadas cosas y rechazo por otras.

Las formas del despertar y del trabajo de desarrollo son tan distintas como hombres existen en el mundo, aunque todo el proceso bien pudiera calificarse de prototípico.

Según la tradición judía la Tierra de Israel, en cuanto centro espiritual, es una imagen del Cielo y de ahí que consideren que todo lo que los israelitas hacen en la Tierra se cumple en el Cielo. Sin duda esta comunicación vertical tiene mucho más que ver con el viaje iniciático que con cualquier otra cosa. Algo que tal vez podría ser explicado a través del símbolo de la escalera de Jacob...

Sí, en realidad todas esas imágenes a las que hemos estado aludiendo ilustran bastante bien un viaje por la geografía sagrada. En realidad se trata de la búsqueda del centro espiritual, que no está en ningún espacio ni tiempo..., y por eso puede ser actualizado permanentemente en uno mismo.

Sin ir más lejos –dice al cabo de un rato–, la Utopía de Moro no tiene lugar físico, aunque está siempre presente, y es atemporal y ha sido llamada la Ciudad del Cielo, el Paraíso, el Palacio Interior o el Colegio Invisible, entre otros nombres.

Y hablando de escalas uno de los grabados que has puesto en el libro de la Utopías, es precisamente la escalera del hermetista Robert Fludd con la que da a entender esta idea de unión entre el plano celeste y la tierra, lo que según ese grabado, se consigue a partir de una serie de requisitos, peldaños o gradas denominados por su autor: Sentido, Imaginación, Razón, Intelecto, Inteligencia y Verbo.

– Los grabados herméticos –dice a continuación Federico– ayudan mucho a entender estos principios y las jerarquías que pueden haber entre ellos. Si lo viésemos desde el simbolismo constructivo la arquitectura del templo se levanta desde la planta o base hasta la semiesfera de la cúpula, lo que es también una imagen escalonada en planos o niveles superpuestos. Este templo en su planta, o plano horizontal, reproducirá las mismas jerarquías verticales de su estructura, y el paso dificultoso y jerarquizado a su través.

Es decir que el Templo de Salomón, o sea la Logia, es la Utopía.

– Los constructores de ese templo siempre construyeron un recinto simbólico y sagrado, y por tanto los gremios de constructores posteriores a la Edad Media se vieron como recipiendarios de las grandes utopías renacentistas, unidas como todo el mundo sabe a su herencia derivada de los artesanos romanos y de los constructores del románico y del gótico, de lo que ya hemos hablado.

Razón por la cual se dice que la Masonería, sus símbolos y ritos abren igualmente la puerta hacia la Ciudad Celeste. Es sin duda en estas imágenes simbólicas donde uno descubre las señales que orientan el viaje interior al centro de la propia identidad, donde según se dice está el corazón y la mente indisolublemente unidos, un viaje caracterizado por la dificultad y el esfuerzo, sin el cual nada importante se consigue.

– Nunca he negado que el camino iniciático es difícil de recorrer y está lleno de peligros, que sin duda debemos relacionar con las “pruebas iniciáticas” que el aspirante al Conocimiento de todas las tradiciones tiene que afrontar y superar, aunque no debemos olvidar que muchas de esas dificultades son las que nos impone el mundo profano, o mejor lo profano que hay en uno mismo, lo cual nos sugiere la idea de una entrada en un espacio sagrado que está en nuestro interior y que debe ser conquistado. Por ello traspasar las puertas del templo es conquistar ese espacio sagrado.  


Del Viaje Vertical


Martes, 19 de Abril.

Federico y yo estamos totalmente inmersos en estas conversaciones. Por eso es muy corriente empezar nuestras sesiones de trabajo diciendo: ayer hablábamos...

En este caso concreto, se trata de traspasar las puertas del templo para acceder al recinto sagrado de su interior, nuestra propia identidad, donde está depositado el Conocimiento. De que en realidad lo que separa la puerta del templo es el mundo de lo confuso y aleatorio, es decir lo profano, de lo sagrado. Dos espacios claramente diferenciados que uno ha saber distinguir en sí mismo.

– En la Alquimia se afirma, dice Federico, que hay que separar lo espeso de lo sutil. Esta operación es esencial, y no se puede ingresar al espacio sagrado, es decir al interior del Templo interno, si previamente no tenemos conciencia de lo que significan esos dos ámbitos. Tanto en el templo material como en el del ser humano, es el espacio interno y sus cualidades diferentes, sugestivas, sagradas, lo que importa y que tiene más que ver con lo que algunas tradiciones han definido como la morada del silencio, o del misterio… En realidad me refiero a la llave o la clave del ser pues en él se encuentra la posibilidad del ascenso vertical. La salvación mesiánica, la salida del samsara al nirvana.

Esta liberación se logra a través de un camino gradual, por estaciones, que en el caso de la tradición extremo-oriental se enumeran de la periferia al centro, como Tao del hombre, Tao de la tierra, Tao del cielo, y Tao de Taos, y que en la Cábala estas estaciones conforman los cuatro planos o niveles del Arbol sefirótico.

Miércoles, 20 de Abril.

¿Crees que el ser humano actual sigue, en el fondo de su corazón, sintiendo nostalgia por alcanzar ese lugar arquetípico?

– ¡Desde luego!, sigue siendo legítimo pensar que todos los seres, aun sin saberlo siquiera, de alguna manera anhelan conseguir ese espacio. Y que es allí, en un lugar invisible y apenas virtual, donde lo encuentran los hombres de ciencia, filósofos y artistas o alquimistas. De hecho allí es donde lo hallaron todos los sabios de las distintas tradiciones, pues conocen que lo que es mayor en un sentido es menor en otro, y viceversa.

Uno debe fijarse en lo imperceptible, lo invisible, lo sutil, porque ahí, en lo pequeño se encuentra en potencia toda la posibilidad del poder, que no puede ser utilizado de forma práctica ni como fórmula literal, sino experimentado por el sí mismo...

Esto –añade después de un rato de silencio–, debería ser evidente si se considera que cualquier acto está incluido en su potencia. En todo caso, ese camino o viaje es análogo al de la creación de un mundo o cosmos, y claro, es evidente que es también la reintegración del alma a sus planos superiores, tanto después de la muerte física como de la muerte iniciática.

En el libro dices que la utopía literaria es un género que se gesta en la mente y por eso conforma arquitecturas del pensamiento y estructuras imaginales que no siempre se corresponden con la idea de una ciudad. Es en ese ámbito donde colocas otras estructuras como son los Tratados de las Leyes de Gemisto Pletón, los Diálogos de Amor de León Hebreo, Las Matemáticas como utopía de Luca Pacioli, La Atalanta Fugiens de Michel Maier y la obra de Robert Fludd. ¿Cómo se organiza un pensamiento así en la mente?

– Del mismo modo que lo hacen los distintos módulos sociales en un territorio, igualmente lo hace un pensamiento en la mente y así y de manera análoga lo hace al vincularse con otros, y estos con terceros, y así, progresivamente, conforman una totalidad. Por lo tanto estas utopías, sin relación directa con la polis, a las que te refieres, son tan válidas y actuantes, me refiero a tan reales, como aquellas que suponen un sitio específico y concreto.

Siempre un espacio mental, ¿no es así?

– Así es, que además puede ser visitado, y recorrido como partes de la conciencia. Pero además también puede ser compartido por todos aquellos que lo han reconocido y donde son contemporáneos los que han estado en él en el pasado y los que lo estarán en el futuro, y que aún están vivos como Henoch y Elías.

Jueves 21, después del almuerzo.

Esta mañana hemos dado un paseo en taxi por la ciudad, pues el día estaba muy lindo. Apenas si hemos hablado en todo el trayecto. Hay parques por todos lados, y me asombran esos árboles majestuosos de tronco anchísimo como no había visto en mi vida y que cubren con su frondosidad una enorme extensión de terreno, cobijando entre sus ramas a multitud de pájaros. Observo los edificios, algunos realmente muy bellos, y no dejo de ver las estructuras que tienen todas las cosas, por ejemplo la del Teatro de la Opera, llamado aquí Colón.

Por la tarde al reanudar los diálogos, Federico me dice:

– ¿Vos creés que vamos a interesar a alguien con estos diálogos? (risas). Luego le digo:

Agartha no es sólo el nombre de un lugar luminoso pero al mismo tiempo oculto y escondido, sino que es también una entidad que en el ser humano está situada en la base de la columna vertebral, y que configura el chakra mûlâdhâra en la Tradición Hindú, el mismo que en la tradición Hebrea está representada por Luz, la semilla de la inmortalidad, capaz de florecer en el chackra anâhata, el corazón.

– Resulta sorprendente fijarse, dice Federico, en el hecho de que tradicionalmente lo luminoso siempre se asocia a lo oculto, a lo silencioso, pues en el fondo siempre es una idea que tiene que ver con algo que está por descubrir.

Viernes 22 de Abril.

Hoy al inicio de nuestra sesión de trabajo, Federico me dice que ha estado pensando en lo que se está diciendo en estas conversaciones, donde cree que se han apuntado aspectos muy importantes y sensibles de la Vía Simbólica.

Yo le digo que mi intención es seguir profundizando en esos aspectos, que son los que resumen en buena medida los temas que han articulado su obra, y a través de los cuales ha expuesto el punto de vista de la Tradición Unánime, según el cual el hombre actual aparece como un ser inacabado que ni tan siquiera ha llegado a la condición de hombre, de ahí que alcanzar el estado humano, no sea sino una conquista de nuestras propias aptitudes en estado virginal, sin condicionamientos ni prejuicios. Naciendo de nuevo… Algo nada fácil de lograr, ¿no?

– Nada fácil, en efecto, resulta darse cuenta de que vivimos en un estado infrahumano, y que debemos actualizar, mediante un intenso trabajo, nuestras potencialidades latentes o dormidas, hasta llegar al estado edénico, virginal o primordial. Se daría entonces la posibilidad del nacimiento del Cristo interno, tal y como fue anunciado por Juan y el mismo Elías Artista.

Correspondería a la función mediadora del hombre entre el cielo y la tierra, el que a través de su pasión y muerte pudiera finalmente identificarse con el Padre, sin intermediarios, lo que permite la resurrección y la vida eterna… ¿Pero ahora sí que nos pusimos serios? (Grandes carcajadas de los dos).

Después de un rato de permanecer en silencio le pregunto: ¿La vida eterna es la fusión con la deidad?

– Mira, aquí voy a seguir al Maestro Eckhardt, quien a esta pregunta diría “fusión sin confusión”, esto es, unión en el eje vertical representado por la columna del medio del Arbol de la Vida. Es decir, a los estados suprahumanos, o supracósmicos, y a la posibilidad de la trascendencia absoluta, que ningún lenguaje o código podría jamás expresar, pero que puede ser vivenciada por el verdadero hombre, en su carácter de intermediario.

A veces has dicho que la Vía Simbólica es un puente, pero sólo sirve para el que tiene sed de saber. Pero también para el que no se arredra ante las dificultades que se le presentan.

– Así es, porque en su auxilio vendrá el Metatron cabalístico, el Mercurio de los alquimistas o el Jesús de los cristianos, a fecundar la Shekhinah, es decir la presencia inmanente de la deidad en la Creación. Y mediante la unión de estos patrones o modelos universales podrá su alma ser transmutada y beber así de las aguas primordiales y siempre vivas...



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