El Símbolo y el Rito Masónico de la Cadena de Unión (*)
Francisco Ariza ︎⤤
La
cadena de unión es sin duda alguna uno de los símbolos más
significativos de entre todos los que decoran la Logia masónica.
Se trata de un cordel que rodea todo el templo por su parte superior. Esta
situación en lo "alto" le da una connotación celeste, confirmada
por los doce nudos que aparecen de trecho en trecho a lo largo de todo
el cordel, los cuales simbolizan los doce signos del zodíaco. Esos
nudos se corresponden, además, con las doce columnas que excepto
por el lado de Oriente también rodean el recinto de la Logia. Cinco
de esas columnas están situadas en el lado de Septentrión,
otras tantas a Mediodía, y las dos restantes -las columnas J y B-
a Occidente.

Cuadro simbólico de la Logia
Grado aprendiz
Para comprender esta simbólica habría que
tener en cuenta que la Logia es, ante todo, una imagen del mundo, y como
tal debe existir en ella una representación de lo que constituye
el "marco" mismo del cosmos, que es propiamente el zodíaco. Muchos
recintos o santuarios sagrados -al igual que las ciudades edificadas según
las reglas de la arquitectura tradicional-, siendo la proyección
en la tierra del orden celeste, están de una u otra manera "enmarcados"
por las constelaciones zodiacales. Es el caso, por ejemplo, del Ming-Tang
chino, del Templo de Jerusalén (y su arquetipo la Jerusalén
Celeste), de muchas fortalezas templarias, y en construcciones tan antiguas
como puedan ser el crómlech megalítico de Stonehenge. Asimismo,
los masones operativos, y en general los artesanos constructores de cualquier
sociedad tradicional, se servían de un cordel para determinar la
posición correcta de los templos o catedrales, que siempre y de
forma invariable, estaban orientados según las direcciones del espacio
señaladas por los cuatro puntos cardinales, exactamente igual que
la Logia. Ahora bien, como menciona René Guénon "... entre
las funciones de un 'marco' quizá la principal es mantener en su
sitio los diversos elementos que contiene o encierra en su interior de
modo de formar con ellos un todo ordenado, lo cual, como se sabe, es la
significación misma de la palabra 'cosmos'. Ese 'marco' debe pues,
en cierta manera, 'ligar' o 'unir' esos elementos entre sí, lo que
está formalmente expresado por el nombre de 'cadena de unión',
e inclusive de esto resulta, en lo que a ella concierne, su significación
más profunda, pues como todos los símbolos que se presentan
en forma de cadena, cordel o hilo (todos ellos símbolos del eje)
se refieren en definitiva al sûtrâtmâ".1 Por consiguiente, la cadena de unión masónica vendría
a significar, considerada desde el punto de vista metafísico, exactamente
lo mismo que la "cadena de los mundos": un símbolo que resume el
conjunto de todos los estados, seres y mundos que conforman la manifestación
universal, los cuales subsisten y están ligados entre sí
por el "hilo de Atmâ" (sûtrâtmâ),
es decir por su hálito o espíritu vivificador.
Por otro lado, la cadena de unión es también
la cuerda anudada (o houppe dentelée) que aparece figurada
en los "cuadros de Logia" masónicos, y concretamente en los pertenecientes
a los grados de aprendiz y de compañero. La significación
simbólica de dicha cuerda es idéntica a la de la cadena de
unión, pero, al mismo tiempo, y vinculado específicamente
con el simbolismo del cuadro de Logia, habría que considerar también
otro aspecto importante de ella: el que tiene como función "proteger",
además de "unir" y de "ligar", los símbolos y emblemas que
aparecen dibujados en el cuadro, el que es considerado como un espacio
sacralizado, y por tanto inviolable. En este sentido, la idea de "protección"
está incluida en el simbolismo de los nudos y las ligaduras, que
por sus formas respectivas recuerdan el trazado de los dédalos y
laberintos iniciáticos. En la simbólica universal, el laberinto,
además de estar relacionado con los "viajes" y las pruebas iniciáticas,
también tiene como función la defensa y protección
de los lugares sagrados o centros espirituales, impidiendo el acceso a
los mismos a los profanos que no están cualificados para recibir
la iniciación. Pero la defensa se extiende igualmente (y podríamos
decir que principalmente) a impedir el acceso a las influencias sutiles
del psiquismo inferior, el que por su carácter especialmente disolvente
representan un claro peligro que ha de ser controlado y evitado a toda
costa, pues por medio de esas influencias se introducen determinadas energías
maléficas y caóticas destinadas a destruir, o en el mejor
de los casos a debilitar, a los propios centros espirituales y a las organizaciones
tradicionales ligadas a ellos, y consecuentemente a impedir en lo posible
la comunicación con las influencias verdaderamente superiores, de
las que esos centros y organizaciones han sido -y son- precisamente el
soporte. Y al hilo de esta última reflexión, quizá
no estaría de más señalar los peligros de disolución
(o de petrificación, pues para el caso es lo mismo) que en la actualidad
acechan a la Masonería, ya que es a todas luces evidente que esta
organización tradicional se ha visto sometida a una paulatina extirpación
de la dimensión iniciática y esotérica de sus símbolos
y sus ritos. Y lo que es tal vez más lamentable es que esa acción
ha sido llevada a cabo muchas veces por masones que no han comprendido
que es precisamente gracias a esos símbolos y ritos (revelados en
el origen y transmitidos a lo largo del tiempo) que la Orden masónica
adquiere su pleno sentido, pues ellos constituyen sus señas de identidad,
lo que dicha Orden es en sí misma, y no podría dejar de ser,
a menos de quedar totalmente desvirtuada y vacía de contenido esencial.
Para que esa situación no llegue a ser irreversible, pensamos que
se hace necesario que los masones de espíritu tradicional (esto
es, aquellos que consideran que la Masonería pertenece y es una
ramificación de la Tradición Primordial y por tanto una vía
de realización al Conocimiento) restituyan de nuevo el sentido cosmogónico
y metafísico de su legado simbólico-ritual, empezando por
considerar que la cadena de unión es, efectivamente, el "marco"
celeste que delimita, separa y protege el "mundo de la luz" del "mundo
de las tinieblas", lo sagrado de lo profano.

Síntesis simbólica del grado de compañero
Además de la cuerda anudada que rodea la Logia y el
cuadro, existe un rito en la Masonería que también recibe
el nombre de cadena de unión. Se trata de aquel que está
constituido por el entrelazamiento que forman las manos, con los brazos
entrecruzados, de todos los integrantes del taller, lo cual, precisamente,
tiene lugar alrededor del cuadro de la Logia y de los tres pilares de la
Sabiduría, la Fuerza y la Belleza momentos antes de clausurar los
trabajos. En primer lugar, habría que decir que la cadena de unión
es uno de los ritos masónicos que más directamente aluden
a la fraternidad masónica, la que, en efecto, está sustentada
en los lazos de armonía y concordia que entre sí ligan a
todos los masones. De ahí el por qué a los nudos de la cuerda
también se les denomine "lazos de amor", pues el amor, entendido
por lo más alto, es la fuerza que concilia los contrarios y resuelve
todas las oposiciones en la unidad del Principio. Dicha fraternidad representa,
por tanto, el fundamento mismo sobre el que se apoya la propia organización
iniciática y tradicional. En este sentido, el entrelazamiento de
manos y brazos configura una trama cruciforme que evoca la imagen de una
estructura fuertemente cohesionada y organizada.
Pero este rito se realiza, fundamentalmente, para dirigir
una plegaria o invocación al Gran Arquitecto, siendo en esa invocación
donde reside su sentido profundo y su razón de ser. Por ello, prescindir
de la plegaria como sucede en muchas logias actuales, por el mero hecho
de ignorarla o por considerarla un trasnochado anacronismo, provoca inevitablemente
el empobrecimiento del propio rito, quedando éste, en consecuencia,
reducido prácticamente a casi nada. Sin embargo, en la antigua Masonería
operativa, la plegaria y las invocaciones de los nombres divinos formaba
parte constitutiva del rito y de los trabajos simbólicos; y precisamente
ella se realizaba en la cadena de unión y alrededor del cuadro de
la Logia, con lo cual se confirma el papel verdaderamente "central" que
este último ha desempeñado siempre en la Masonería.
Por lo general, la cadena de unión comienza y termina
en el Venerable Maestro, y es él, como la máxima autoridad
de la Logia, el que dirige la invocación al Gran Arquitecto. Veamos
a continuación un ejemplo de ésta según es de uso
todavía entre algunos Ritos masónicos que han seguido conservando
parte del legado operativo: "¡Arquitecto Supremo del Universo! ¡Fuente
única de todo bien y de toda perfección! 'Oh Tú! Que
siempre has obrado para la felicidad del hombre y de todas Tus criaturas;
te damos gracias por Tus paternales beneplácitos, y te conjuramos
para que los concedas a cada uno de nosotros, según Tus consideraciones
y según nuestras necesidades. Esparce sobre nosotros y sobre todos
nuestros Hermanos Tu celeste Luz. Fortifica en nuestros corazones el amor
hacia nuestras obligaciones, a fin de observarlas fielmente. Que puedan
nuestras reuniones estar siempre fortalecidas en su unión por el
deseo de Tu placer y para hacernos útiles a nuestros semejantes.
Que ellas sean por siempre la morada de la paz y de la virtud, y que la
cadena de una amistad perfecta y fraterna sea en lo sucesivo tan sólida
entre nosotros que nada pueda alterarla. Así sea".
Por consiguiente, y según se desprende de esta
oración masónica, la unión encadenada y fraterna se
convierte en el soporte horizontal y psicosomático (terrestre),
sobre el que "descenderán" -estimulados por la plegaria- los beneplácitos
(bendiciones) de la influencia espiritual o supra-individual -"Tu celeste
Luz"-, posibilitando así una vía de comunicación axial
entre el cielo y la tierra, o como se dice en lenguaje masónico,
entre la Logia de lo Alto y la Logia de Abajo. Es decir, que a través
de la invocación lo que se pretende esencialmente es la comunicación
con las energías celestes (las Ideas o atributos creadores del Arquitecto
universal) cuya acción espiritual ha conformado -y conforma permanentemente-
la realidad simbólica, ritual y mítica (es decir, cosmogónica
y metafísica) de la organización iniciática. Al mismo
tiempo, en el rito de la cadena de unión se concentra la entidad
colectiva constituida por todos los antepasados que realmente participaron
en la Tradición y su conocimiento, y de los que se dice moran en
el "Oriente Eterno" (la Logia celeste). Dicha entidad se hace una en comunión
con sus herederos actuales, esto es, con los masones que, habiendo recibido
y comprendido (en la medida que sea) el mensaje de su legado tradicional,
contribuyen hoy en día a mantenerlo vivo y actuante. En este sentido,
la cadena de unión también está simbolizando la cadena
iniciática de la tradición masónica (y por analogía
la de todas las tradiciones), cuyo origen es inmemorial, como lo es asimismo
el mensaje que ella ha ido transmitiendo a lo largo del tiempo y de la
historia.
Las individualidades, o mejor, la idea de lo individual
y lo particular que cada componente de la cadena pudiera tener de sí
mismo, desaparece como tal para formar un solo cuerpo que vibra y respira
a una misma cadencia rítmica. La cadena de unión deviene
así un círculo mágico y sagrado donde se concentra
y fluye una fuerza cósmica y teúrgica que asimilada por todos
y cada uno de los integrantes de la misma les permite participar del verdadero
espíritu masónico y de su energía salutífera
y regeneradora.
No es entonces de extrañar que durante el transcurso
del rito de la iniciación, el neófito reciba simbólicamente
la "luz" integrado en la cadena de unión, lo cual es perfectamente
coherente en una tradición en la que el rito y el trabajo colectivo
desempeñan una función eminente como vehículos de
transmisión de la influencia espiritual. |