Simbolismo del Tarot: Los Arcanos menores
(cont. y fin)

Mª Victoria Espín

II

El Hermetismo y en concreto la obra de un hermetista, Federico González, no soslaya el tema del «mal», al contrario lo trata a cabalidad, generando así la posibilidad de su comprehensión y por tanto la de la redención y el retorno.

En el año 5314 [1554], cuando yo tenía doce años, un gran experto en quiromancia vio las líneas en mi mano y me dijo: Sabrás que cuando vayas a cumplir veinticuatro años, muchos pensamientos entrarán en tu corazón que te forzarán a descuidar el estudio de la Torah por dos años y medio. Después, dos caminos se presentarán para ti, uno al Paraíso y el segundo a Gehenna. La elección será tuya. Si escoges el camino de Gehenna no habrá una persona más malvada en tu generación, y si eliges el camino del Paraíso, ascenderás a un nivel más alto de sabiduría y temor al pecado que ningún otro en tu generación, algo que es sin medida. Ninguna de sus palabras quedó incumplida.[1]

La manifestación se da en tres planos, –que tienen su primer principio en lo inmanifestado– y siempre el origen de los inferiores está en los superiores; a veces ocurre que hay desarmonías en uno de ellos, pero siempre desde el punto de vista más alto, vemos que esas también contribuyen y son necesarias para mantener y preservar el orden principal.

El mundo es un vaso espiritual, que no se puede manipular, quien lo retiene lo pierde,

nos recuerda el Tao Te King. Y El Zohar:

Todo lo que se hace, así en los mundos superiores como en los inferiores, está hecho para obedecer la Voluntad de Dios.[2]

Todo lo negativo de la manifestación no es sino la contraparte de lo positivo, ambos se equilibran y complementan en la columna central. Prakriti posee tres gunas en perfecto equilibrio en su unidad indiferenciada. Generamos fantasmas que identificamos con aquello que rechazamos. En el plano de la manifestación formal podemos decir que el bien y el mal están fragmentados y repartidos entre los diez mil seres. Reunir el bien es reunir el mal, y unir en sí, uno y otro, es encarnar el mundo y hacerlo posible. El Tarot trata extensamente el tema, los arcanos mayores son positivos o negativos según la carta esté al derecho o al revés. Y nos enseña que una carta puede ser a favor, estando invertida. Otra paradoja que se da con frecuencia es que el consejo del oráculo sea una carta invertida. El arcano Nº VIII, La Justicia nos muestra que si queremos que el fiel de la balanza permanezca vertical, los dos platillos han de pesar por igual.

La Justicia

El sabio libro chino antes mencionado dice:

El hombre bueno es maestro del hombre malo / Y el malo es la lección del bueno / y quien no aprecie a su maestro / Ni ame la lección / Aunque preparado parecerá un necio / En esto radica el secreto de lo esencial.

Y también:

Persevera en los estudios día a día, aumentarán tus conocimientos / Persevera en el Tao y día a día los perderás / Por la constante pérdida / se llega a no-obrar / No-obrando todo se cumple/ Cuando alguien se ve obligado a hacer algo / El mundo está ya fuera de su alcance.[3]

Los amantes que mueren amando, que buscan a Amor por encima de cualquier otro bien, merecen ser tomados por ello como auténticos héroes del panteón humano, la cadena áurea para el Hermetismo, una de cuyas expresiones es este vehículo, verdaderamente mágico, que estamos tratando.

Los Arcanos de Espadas en el Árbol de la Vida de la Cábala

El palo de espadas

El plano de Beriyah lo conforman las Sefiroth cuatro, cinco y seis que forman un triángulo especular de las número uno, dos y tres; un triángulo invertido donde fácilmente podemos relacionar al seis, resultante del cuatro y el cinco, con el uno, en cuyo eje se encuentra. La Tradición hindú sitúa en este plano a la Trimûrti: Brahma, creador, Vishnu, conservador, y Shiva, destructor[4]. Las diez cartas de espadas corresponden a este plano, mundo de la creación, de las aguas superiores; vinculado al elemento aire. Leemos en el Programa Agartha

Ellas conforman el Mundo prototípico de Beriyah, o de la Creación, reflejo directo del mundo Arquetípico de Atsiluth, como bien lo expresa el triángulo invertido, que simboliza el descenso de las energías divinas en el seno de la manifestación. Hesed es el principio constructor, mientras que Gueburah representa el principio destructor, aunque ambos surgen simultáneamente de la tríada superior como dos energías necesarias, las que se neutralizan y equilibran en Tifereth.[5]

El Uno de Espadas, la unidad en el mundo de Beriyah de la que emerge todo sin límite, a la vez que todo límite, el orden de un caos pletórico que expresa la belleza de su origen. El Empíreo y la polar que lo corona se hallan vinculados a esta carta cuya espada aparece coronada. Angeles, arcángeles y bienaventurados gozan en él de la unión con la suprema deidad de la que emana toda la manifestación.

El Dos de Espadas, Hokhmah en Beriyah. La dualidad, mejor el binario en el mundo del aire, en el plano de la creación. En este naipe vemos dos espadas entrelazadas en dos puntos, formando una orla que florece en su interior. En ella se hace patente la dualidad que el dos de espadas nos presenta conciliada; las oposiciones han sido superadas y de los opuestos han surgido los complementarios. Como antes dijimos, simboliza el Andrógino primordial.

Entre las cartas de bastos y espadas hay un parecido en cuanto a colores y en parte en la forma y estructura. Hay, al mismo tiempo diferencias. Los bastos se unen en un punto central, las espadas en dos haciendo patente la dualidad en este plano de Beriyah, conciliada ésta por su unión en el eje vertical, en los extremos norte y sur.

El Tres de Espadas, Saturno en acción a través de su Shakti, Rea que «engañándole» hace posible la creación6]. Es la Madre Universal. La espada central parece traspasar el espacio cerrado que conforman las otras dos.

El Cuatro de Espadas, es Hesed en Beriyah, podríamos decir en su propia casa. Júpiter dando lugar a toda la creación. Si estamos con el tres, en el eje temporal, en el cuatro nos movemos en el eje espacial. Es el cuatro, y el cuadrado que lo expresa geométricamente. Cuatro son los puntos cardinales, los elementos, las fases del sol y la luna y las de cualquier otro ciclo. Es el cielo de Júpiter, padre de los dioses que preside el Olimpo, arquitecto que diseña los planos de su imperio y signa todo lo creado. Las cuatro espadas aparecen unidas en dos puntos, como señalando la unión de los complementarios que hace posible la creación.

Cinco de Espadas, Gueburah en Beriyah, La ira divina, Marte dios de la guerra. El rigor que, sacando a la luz lo que no es, nos ayuda a discriminar y rectificar. En la carta vemos cuatro espadas entrelazadas, a las que se suma una quinta como eje central que, al igual que la del arcano nº VIII, La Justicia, expresa «el rigor de lo justo», gracias al cual, sumado al conocimiento de las leyes cósmicas, la construcción del templo interno es posible.

Son frecuentes las estrellas de cinco puntas comenzando por la conocida como pitagórica. O las que se ven en las bóvedas de las tumbas egipcias.

El Seis de Espadas, Tifereth en Beriyah, símbolo del hombre verdadero, el prototipo del hombre, centro de la creación. El cielo del sol, Apolo y su lira. El Cristo interno. Verdaderamente el corazón no está preparado hasta que kundalini asciende expandiendo su energía por todos los chakras, y llega a Ajnâ, el chakra frontal, donde reside el sentido de eternidad. Descendiendo desde allí al corazón.

El Siete de Espadas, Netsah en Beriyah. Prototipo de todo septenario, como el de los regentes o planetas, o los días de la creación si incluimos el de descanso. Nos habla del amor por el Conocimiento y la Verdad. El cielo de Venus, esposa de Vulcano y amante de Ares, con quien engendra a Armonía.

Ocho de Espadas, Hod en Beriyah representa el prototipo de Mercurio, Hermes, el Mensajero que se expresa por la voz del maestro interno transmitiéndonos el rito, siempre necesario para vivificar la tradición y el mensaje. Es el rito el que hace posible la marcha por el camino del medio.

El Nueve de Espadas, Yesod en Beriyah. La quietud de las aguas a la luz de la Gracia y la Misericordia. Es la Virgen Madre. Cada una de las musas, a las que Plutarco llama «asociadas y guardianas del arte adivinatorio», [7] anima uno de los cielos e inspira al hombre el conocimiento de los mismos. Las nueve hijas de Zeus, que vimos simbolizadas por el nueve de bastos, en este plano olímpico se distribuyen en sus distintas esferas. Clío anima el cielo de la Luna; Calíope, el de Mercurio; Terpsícore, el de Venus; Melpómene el del sol; Erato, el de Marte; Euterpe, el de Júpiter, Polimnia el de Saturno; Urania el de las estrellas fijas y, a Talía, nombre también de una de las tres gracias, la vemos abajo en la tierra y en la cúspide junto a Apolo que preside el coro de las musas. Todas ellas vierten su inspiración en el plano de Yetsirah, vivificando ese mundo por medio de las Ciencias y las Artes, que surgen a raudales de la séptima esfera, y gracias al rito, procedente de Hod, a través de Yesod concretan en el plano de Asiyah.

En este recorrido que estamos llevando a cabo llegamos ahora al Diez de Espadas, Malkhuth en Beriyah, la tierra en el plano sutil del aire. Nos habla de una tierra purificada. De la exteriorización del proceso interno, de la encarnación de la enseñanza recibida, de los metales trasmutados. La diosa Gea «la de los grandes brazos, madre de los hombres, sustento de todas las cosas.»

Los Arcanos de Copas en el Árbol de la Vida de la Cábala

El palo de copas distribuido en la forma del Árbol

Lo que podamos decir de los arcanos menores, siempre será insuficiente, pues si como decíamos antes, en ellos está reflejado el universo, su extensión es indefinida. Es la cosmogonía ordenada según un modelo, hermético en este caso, que nos permite ubicarnos y poder establecer las correspondencias entre planos y elementos, al nivel que fuere, siempre conscientes de que puesto que todo está incluido, todo ha de tener un «lugar», un nombre y un número.

Con las copas nos adentramos en el mundo de Yetsirah, el plano psíquico, el alma inferior conformada por las Sefiroth: Netsah, Hod y Yesod. Plano laberíntico, como lo es la zona ventral del cuerpo humano que le corresponde. Es un tramo del camino que el iniciado recorre antes de arribar a la patria celeste, al Paraíso situado en la cúspide de la montaña polar también llamada del purgatorio. La enseñanza que trasmiten los diez arcanos de copas es un mapa para recorrer este mundo.

El Uno de copas es Kether en Yetsirah, la imagen nos muestra un cáliz a la vez que sagrario. Es la unidad en el mundo psicológico, expresada, en este plano, por el septenario (7+6+5+4+3+2+1= 28 = 2+8 = 10 = 1+0 =1). El sagrario, coronado de siete torres, todas ellas teniendo como base una única copa en la que descansan, o más bien de la que emergen, lo hace presente.

El Dos de Copas muestra dos copas simétricas, podemos ver en ellas a las dos columnas del Árbol de la Vida en el plano de Yetsirah, que generan la tercera, el florido eje central coronado por una copa a la que se acercan dos delfines, o las dos serpientes del caduceo. Es Hokhmah en Yetsirah, la dualidad que se manifiesta como contradicciones en el plano psíquico, contradicciones y discordias siempre aparentes. Nos muestra que la oposición, la guerra, también es una forma de relacionarse que da sus frutos, siempre que se la tome como un medio, no como un fin; frutos igualmente pertenecientes al eje central. En realidad los frutos resultantes del comercio y la guerra, a partir de cierto nivel, son equivalentes, por no decir que los de la guerra son superiores a los de una relativa paz. También esto nos enseña que la paz no es un estado intermediario, no puede serlo, aunque desde luego el hombre conoce algún aspecto de la misma relacionado con la ausencia de lucha, o con el aquietamiento de esta, ya sea interna o externa. Estar en lucha con tu enemigo (que por sobre todo es uno mismo) es mantener la espada en alto hasta morir, hasta que la Victoria tome posesión de su reino, entonces, será una espada coronada, como lo es la del as de espadas de nuestros arcanos.

Esta dualidad que nos muestra el dos de copas es conciliada, en el plano de Yetsirah, gracias a la unión de Hod y Netsah que se equilibran en Yesod.

El Tres de copas, la acción de Saturno en el plano de Yetsirah, en el psiquismo, sometiendo al peregrino a pruebas muy duras que debe superar si quiere continuar viaje; dificultades debidas a la ignorancia de que todo es uno aun cuando se manifieste de modo dual, y a la lucha, al rigor necesario para retornar al estado de unidad. Se puede relacionar a esta carta con la soledad del alma, con la tristeza y melancolía saturnales. Esta última, como saben los iniciados, es una aliada imprescindible en ciertas etapas del camino, es la manifestación del «ansia» del viajero por retornar a la Patria, a la que extraña hasta el sufrimiento, convirtiéndose entonces en motor que impulsa la vela del barco que le lleva de vuelta, a través de las esferas y conociendo estas, sus ciclos y sus ritmos, al origen. Brindemos por Saturno que nos libera de las ataduras y la prisión, aún cuando sea a través de la prisión misma. Su generosidad es otra que la de Júpiter, ahora bien, si se sabe ver es aún mayor. El gesto siempre es triple, como nos enseñan las tres gracias, que expresan en este plano la tríada original.

Hesed en Yetsirah es el cuatro de copas. Es la acción de Júpiter en la psiqué, energía jovial y ordenadora. Carta muy benéfica; nos habla de generosidad, paz y voluntad. Júpiter es geómetra por excelencia y de él recibimos el conocimiento del número plasmado en el espacio. Las copas se presentan simétricas dos a dos, respecto a un eje central vertical.

El Cinco, Gueburah en Yetsirah, expresa el rigor y la lucha del alma consigo misma. También la música que la anima y a la que se suma. Las energías planetarias se manifiestan en cada una de las Sefiroth de modo dual, así, la energía ariana se expresa como ira y paciencia.

El Seis es Tifereth en Yetsirah, en ella vemos dos columnas de copas. Nos habla esta carta de la influencia de la energía solar en el plano psíquico, de la belleza del alma, de su alegría. Carta de libertad y entrega. De la sagrada ciencia del número.

El Siete, es Netsah en Yetsirah. Aquí vemos una copa central representando la unidad que en este plano se manifiesta por el septenario. Es la influencia generosa de Venus en el psiquismo. Carta relacionada con el buen ánimo (buen temple) y el amor por las artes y las ciencias, entre ellas las siete artes liberales, en particular la retórica.

– Sabemos de qué nos hablas.
– ¡Porque ardimos en la hoguera de la pasión...!
– Para ser templadas por la flama dorada del amor.
– Y poder devolver lo rescatado.[8]

El Ocho de Copas: vemos en esta carta dos copas centrales que nos recuerdan la balanza del arcano La Justicia. Es Hod en Yetsirah. Las influencias de Mercurio en el psiquismo inferior. Guía y mensajero, Mercurio, es auxilio en este tramo especialmente denso y peligroso y también luminoso y fecundo. Aun cuando en los arcanos menores no tenemos en cuenta en las tiradas si estos salen al derecho o invertidos, no hay que olvidar que toda sefirah tiene una cara luminosa y otra oscura.

El Nueve: nos presenta esta carta las tres tríadas de los tres planos como fundamento del reino (carta nº X); es Yesod en Yetsirah, las influencias de la luna en el psiquismo inferior moviendo a éste en sentido ascendente y descendente; tiene que ver con las fases, o estados de ánimo, de concentración o expansión por los que pasa el iniciado que vive el proceso alquímico con alegría y dolor, como todo en la vida. Es la carta más representativa de este plano, al que sintetiza. Con ella comienza, en el viaje de ascenso, el conocimiento de las letras y su arte, imprescindible para leer en el libro de la vida.

Con la luna vemos que el viaje es posible, Mercurio nos envía señales oportunas y necesarias.

El Diez de Copas, las presenta verticales, en tres grupos de tres, que hacen nueve, más una de mayor tamaño y colocada horizontalmente sobre uno de ellos. Es Malkhuth en Yetsirah, la influencia del mundo físico en el psiquismo del hombre y en el mundo psíquico en general. Es la acción que ejerce ese mundo sobre el alma. Relacionada con la buena suerte y las circunstancias favorables para el trabajo interno.

Queremos señalar la importancia de este libro hermético que estamos visitando, en la enseñanza y conocimiento de las Artes Liberales. El Tarot es un compendio de Aritmosofía, como decíamos, y de las demás ciencias vinculadas al número: Música, Geometría y Astrología. Aquí queremos citar nuevamente a Nicolás de Cusa:

Dios usó en la creación del mundo, de la aritmética, de la geometría y de la música, y también de la astronomía, artes de las cuales también usamos nosotros cuando investigamos las proporciones de las cosas, de los elementos y de los movimientos[9]

Los Arcanos de Oros en el Árbol de la Vida de la Cábala

El palo de oros en el Árbol de la Vida

En este último plano, o Mundo de la Concreción Material, sólo se encuentra la sefirah Malkhuth (10), llamada el «Reino». Ella es la Tierra o Madre inferior, la que se considera como el recipiente substancial de todas las energías invisibles que descienden del Árbol, y en donde éstas adquieren realidad sensorial. En la Cábala se la considera como la Esposa del Rey (que es Kether), manifestando de esta manera la presencia de la Unidad en la corriente siempre cambiante de las formas perecederas[10]

Es el alma la que modela el cuerpo, igual que Yetsirah es el origen inmediato de Asiyah.

Nos llama la atención de entrada que las cartas de este palo no tienen número.

El As de oros, Kether en Asiyah. Un solo oro, que simboliza la unidad presente en toda la manifestación, adorna esta carta. La omnipresencia divina, la unión indisoluble de la esencia y la substancia.

El Dos. Vimos en el de copas que estas estaban paralelas, aquí, aparecen verticales y rodeadas por una doble espiral, símbolo de energías opuestas. Es la dualidad en el mundo físico: noche y día, hombre y mujer, blanco y negro, izquierda derecha etc., aun cuando el hecho de que los oros estén verticales y unidos parece señalar la unión de cielo y tierra que da lugar a toda la creación. Es Hokhmah en Asiyah.

Llegamos al Tres de oros y nos quedamos pensando en la belleza de estos arcanos, esta carta nos parece especialmente bella. La colocación de los oros en ella nos dice mucho acerca del ternario; por ejemplo, como el dos y el tres emergen simultáneamente del uno. Representa los tres tiempos, pasado, presente y futuro, la acción de Saturno, que acaba con la unión de los elementos que conforman a cada ser o lo que viene a ser lo mismo: la muerte en ese plano. La vejez, las enfermedades crónicas, la prisión, la soledad, el plomo. Es Binah en Asiyah.

Los cuatro treses nos muestran el tiempo actuando en los cuatro planos. En el de bastos, esta acción viene expresada por el punto, que representa el tiempo eterno, o mejor dicho la eternidad del tiempo, que no sale de sí mismo; y lo podemos ver simbolizado por el punto central en que se cruzan los tres bastos de esta lámina. La representación en espiral corresponde a Binah en Beriyah, es decir el tres de espadas, un tiempo que transcurre volviendo al centro. La circular representa un tiempo cíclico, reiterativo, como la acción de Saturno en Yetsirah, propia del tres de copas. Y la línea recta nos muestra un tiempo lineal, sucesivo, cuantitativo, ajeno a toda idea de retorno.

El Cuatro de oros, Júpiter siempre generoso se manifiesta aquí en el mundo físico, en el espacio. Simboliza los cuatro estados de la materia, las cuatro estaciones del sol en su recorrido anual y diario y las leyes físicas en general, las cuales «no constituyen algo externo a las cosas, sino la armonía del movimiento inmanente en ellas». Es decir toda construcción, orden y geometría de este mundo concreto. Es Hesed en Asiyah. Los oros de dos en dos, como en el resto de cuatros, resaltan aquí la complementación entre alto y bajo, y al cuadrado, símbolo de la tierra.

Gueburah en Asiyah es el nombre cabalístico del Cinco de Oros. Contemplando esta carta nos preguntamos sobre la importancia de los motivos florales en estas láminas; nos contesta El Tarot de los Cabalistas que aunque no son meros adornos, su importancia es secundaria. Expresa esta carta la acción de Marte, en el plano físico en general. Desde guerras, accidentes, operaciones quirúrgicas, enfermedades agudas etc., todo ello vinculado al hierro y a la edad de Kali. El guerrero Marte es experto en destruir todo aquello que impide la audición musical.

El Seis está formado por un cuadrado central de cuyo interior emerge una cruz cuyo eje vertical se abre en ambos extremos enmarcando un oro en cada uno de ellos. Vemos también dos triángulos, uno reflejo del otro. Es Tifereth en Asiyah, la acción del sol en el mundo físico. Luz y calor que hace posible la vida en la tierra. Símbolo de riqueza material, salud, belleza, brillo y éxito. Como el oro que lo simboliza, pues en este mundo físico las energías planetarias están presentes en los metales que se les asocian.

El Siete de oros es Netsah en Asiyah, la acción de Venus en el plano de la concreción material. Reproduce de modo septenario el modelo único. Los oros de la carta forman un cuadrado sobre el que hay un triángulo invertido. Vemos pues al siete formado por el cuatro y el tres. Representa el amor físico. El cobre, metal que junto al estaño (en proporción menor) nos da el bronce.

Nos estamos deteniendo en la observación de las figuras que se forman en cada carta con los oros, y vemos que son varias, según enfoquemos la mirada veremos unas u otras. Siempre todo está ahí, esperando ser visto y comprendido. La trascendencia divina corre pareja a su inmanencia y aquellos que han sabido verla, han sabido expresarla a su manera. Una de ellas es este libro hermético e inagotable del que estamos hablando.

El Ocho son dos columnas de cuatro oros cada una. También puede verse como dos cuadrados, el inferior reflejo del superior. Es Hod en Asiyah, la presencia del dios Hermes en el mundo físico, su manifestación en y por ese mundo. Cambios y anuncios en cuestiones materiales, que como sabemos no dejan de ser, como todo, expresión de otras realidades. El mercurio físico, sus propiedades nos hablan de la acción de Hermes en este mundo, como él es rápida y casi inaprehensible.

El Nueve está formado por dos cuadrados entre los que vemos colocado un oro que aparece rodeado por una orla roja y azul. Es Yesod en Asiyah, la cara visible del faro de la noche. Tiene que ver con la fecundación y la fertilidad y en general con toda acción de la luna en la tierra a través de los líquidos. La plata, superficie especular de la luz dorada del sol.

El Diez es Malkhuth en Asiyah, la tierra en la tierra. El punto más sólido de la manifestación, un límite a partir del cual iniciamos el viaje de retorno. Es el punto de detención del sonido original, su final, y la cima más ansiada, aun cuando se lo represente por el valle profundo, para quien entregado a la muerte puede renacer a la vida, culminando simultáneamente un viaje de descenso y ascenso que le lleva, Dios mediante, al Sí Mismo.

Hasta aquí este recorrido por unos arcanos que nos hablan de la trascendencia e inmanencia del Uno que todo lo abarca.

Aunque los espíritus, los ángeles y las almas son seres inmateriales, comparados, sin embargo al Ser Supremo, son como cuerpos materiales. Pues El es el alma de las almas. El, está fuera de todas las cosas, y sin embargo dentro de todas las cosas. El está en todas direcciones y llena los espacios superiores e inferiores. No hay otro Dios fuera de las diez Sefiroth.[11]



Primera parte



Federico González

NOTAS

[1] Hayim Vital, citado en Federico González - Mireia Valls, Presencia Viva de la Cábala. Libros del Innombrable, Zaragoza 2006, pág. 287.

[2]Zohar, ob. cit., pág. 78.

[3] Lao Tse, Tao Te King. Trad. José Mª Tola, ob. cit., XLVIII.

[4] Ver René Guénon, El Hombre y su Devenir según el Vedanta, ob. cit., cap. VII.

[5]Introducción a la Ciencia Sagrada, ob. cit., pág. 68.

[6] Rea da a Crono una piedra que este traga creyendo que es su hijo Zeus al que su madre esconde para salvarle.

[7] Ver Walter F. Otto, Las Musas, Ed. Siruela, Madrid 2005. pág. 32.

[8] Federico González, Noche de Brujas. Auto sacramental en dos actos. Symbolos, Barcelona 2007.

[9] Nicolás de Cusa, ob. cit., pág. 137.

[10] Introducción a la ciencia sagrada, Programa Agartha, Federico González y colaboradores. SYMBOLOS 25-26, pág. 69.

[11]Zohar, ob. cit.