Hypnerotomachia Poliphili
(Lucha de Amor en sueños de Polifilo)


8. Un baño purificador

En la nota anterior dejamos a Polifilo en compañía de cinco ninfas (los cinco sentidos) después de ver una fuente notable en la que brota agua de dos caños, fría de uno, caliente del otro. Estos, al igual que los dos riachuelos en que se divide la corriente que nuestro héroe atravesó anteriormente hacen referencia a las dos serpientes cósmicas; las que vemos representadas en el caduceo hermético. Sigue Polifilo en compañía de estas ninfas que lo preparan ahora para un baño purificador antes de presentarlo a la reina Eleuterilide (libre albedrío).

 

“Llegamos a un lugar, en el que vi un maravilloso edificio termal octogonal.”

El edificio tenía en su cúspide el pivote móvil y giratorio que vemos en la imagen.

“El ala hacía girar fácilmente a la bola y al niño y los colocaba en la dirección del viento, que entrando por el agujero de la nuca, hacia sonar la trompeta. “

 

 

Polifilo narra ahora cómo entra en el baño en compañía de las seductoras ninfas:

“Ellas usando los asientos de piedra como guardarropa, se despojaron de sus vestiduras de seda ante mis ojos… Dejaban contemplar libremente, sin ninguna vergüenza, sus hermosas y delicadas personas completamente desnudas, sin perder la honestidad….¡Ay de mí! Yo sentía que mi corazón saltaba agitado y se abría y se llenaba de una alegría voluptuosa… Y no podía impedir que me incomodaran los ardientes incendios que danzaban nocivamente en mi corazón, convertido en horno… Fui invitado y, aunque rehusé con excusas al principio, no pude por menos que entrar en el baño; cual corneja entre cándidas palomas, estaba un tanto ruboroso, moviendo los ojos tras aquellos objetos seductores.”


Ridículo


Muchas más cosas nos cuenta este amante, entre ellas el ridículo a que sus compañeras le exponen y después:

“de aquel baño y lavatorio tan jocoso y risueño, salimos fuera del agua y subimos a los escalones secos con grandes saltos y alborozo.”

Tras perfumarse (con ungüentos) y reponer fuerzas con delicados dulces y excelente bebida, le dicen las ninfas:

“Polifilo, vayamos ahora con el ánimo contento a nuestra ínclita y sublime reina Eleuterilide, donde sentirás mayor deleite”

Ya en camino nuestro protagonista empieza a sospechar que el ungüento que le dieron ha estimulado su lascivia al extremo:

“’Oh, mujeres ardientes y maléficas, ¿qué me estáis haciendo? …’ Y yo corría detrás y no sé realmente si no se derretían de amor como yo y por qué, abandonando toda virtud, no nos entregamos a satisfacer el capricho de nuestros excitados deseos.”

Una de las ninfas, Geussia, arranca una planta y se la da a comer a Polifilo para librarlo de su excitación.

“No transcurrió mucho tiempo sin que, yéndose el venéreo, lúbrico e incitante estímulo, se apagara mi intemperancia libidinosa. Extinguidas de ese modo las tentaciones carnales, las festivas y alegres muchachas continuaron sus juegos y llegamos sin darnos cuenta a un hermoso lugar sumamente ameno.”

Tras un increíble paseo que es descrito con todo lujo de detalles llegan a una eximia fuente. Resumiendo, esta fuente era sostenida por cuatro arpías de oro con sus garras, y sus alas desplegadas. En medio de la taza, de amatista, se alzaba un vaso boca abajo y sobre él en un pedestal las tres Gracias. De sus pezones surgía el agua en forma de varillas de plata reluciente, cada una sostenía un cuerno de la abundancia que sobresalía por encima de su cabeza uniéndose los tres en una sola circunferencia de la que surgían seis chorros. Sobre los bordes de la concha descansaban dragoncillos de oro con la cabeza levantada donde caía el agua de los chorros que manaban de los pechos de las Gracias.

Finalmente se encaminan por avenidas fabulosas, en una de ellas ve representados en bellas esculturas los trabajos de Hércules, hacia el palacio de la reina; un vez allí cruzan tres espacios separados por cortinas. Le dicen las ninfas:

“Polifilo, hay que guardar cierto orden para entrar a la venerable presencia y sublime majestad de nuestra reina. Por esta cortina primera y principal no puede entrar ninguno que no tenga el permiso de su única y vigilante portera, que se llama Cinosia” (movimiento)

La segunda cortina es descorrida por Indalomena (imaginación, fantasía), la tercera matrona hospedera y receptora es Mnemosyne que les da libre acceso y las ninfas llevan a Polifilo ante la reina Eleuterilide (libre albedrío).

 

Nota:
– Las citas no referenciadas pertenecen a: El Sueño de Polífilo, Francisco Colonna. Ed. Acantilado, Barcelona 2008. Al cuidado de Pilar Pedraza.
– Las imágenes no referenciadas (salvo la coloreada por nosotros) están tomadas de la Biblioteca Digital Hispánica: Hypnerotomachia Poliphili, Venecia 1499.


9. Un banquete sin igual

Presentación