Hypnerotomachia Poliphili
(Lucha de Amor en sueños de Polifilo)


17.1 “Venus, la que produce la vida”

“Entramos, pues, en un lugar en el que los húmedos y floridos prados estaban distribuidos en espacios cuadrados regulares, rodeados por setos densísimos a modo de muros, compuestos por cinacanto o uva espinosa, enebros y bojes… altas palmeras… verdes limoneros, naranjos, serbales, pistachos, granados, melocotoneros y otros muchos frutales, nobles y fecundos…

Vi aquí, en el verdor de los floridos prados… una multitud de extrañas gentes de ambos sexos, rústicamente vestidas, unos con pieles de cervatillo moteadas de blanco, de lince, o de leopardo… Festejaban con danzas sagradas… el triunfo del florido Vertumno. Iba este sentado en un carro antiquísimo tirado por cuatro sátiros…

llevaba la frente ceñida de rosas purpúreas y olorosas y el seno colmado con flores hermosísimas y perfumadas que aman la estación del lanudo Aries. A su lado… su esposa Pomona, coronada de frutos… Precedían el carro, junto a los sátiros, dos hermosas ninfas abanderadas…

(...) …saltaban y batían palmas con ritual antiguo, dando vueltas solemnemente en torno a un ara sagrada cuadrangular, religiosamente situada en el centro del prado herboso, florido y regado por clarísimas fuentes… en sus caras destacaba, casi exenta, una elegante imagen.”


Cada una de esas caras estaba dedicada a una estación del año: Consagrada a la

 

“florida primavera”, se leía en la primera. Una hermosa diosa arroja rosas y otras flores en un vaso de sacrificio donde ardía el fuego, a su lado Cupido con sus “hirientes atributos”.

 

 

En la siguiente se leía:

Consagrado a la “rubia mies”. Y se veía una muchacha virginal coronada de espigas que sostenía una cornucopia llena de grano. (imagen que encabeza esta nota)

El tercer frente estaba:

“consagrado al otoño que trae el mosto”. La divina imagen desnuda, un niño coronado de pámpanos, a sus pies un macho cabrío.

 

El cuarto, tenía la imagen de un rey con un cetro en su mano que miraba al cielo del que caía granizo. Al pie de esta figura podía leerse:

“Consagrado al ventoso invierno”

 


Sobre el altar que acabamos de describir se alza:

“...la ruda imagen del guardián de los huertos, con todos sus atributos propios y adecuados [Príapo]. El misterioso altar estaba cubierto por un umbráculo en forma de cúpula afirmado y sostenido por cuatro troncos clavados en el suelo… Sobre la imagen con gran devoción y antiguo rito campesino, eran rotos vasos o ampollas de vidrio que contenían la espumosa sangre de un borriquillo sacrificado y leche todavía caliente, y chispeante vino puro, además le arrojaban frutos, flores, ramas y coronas de follaje... … Por todo ello, no faltó placer y recreo y, al ver ritos tan solemnes y fiestas tan célebres, me invadió tanto estupor como admiración”

Y nuestros protagonistas siguen viaje hacia una determinada playa donde hallan un templo. Cuenta Polifilo:

“vagando con mi gratísima compañera lleno de alegría, continuamos nuestro feliz camino y amoroso paseo… por encima de las tiernas y verdes copas de los árboles, vi un alto pináculo que se elevaba sobre una cúpula y calculé que no distaba mucho de la playa murmurante a la que ella me conducía… En este lugar de excelente situación, encontramos un templo suntuoso de hermosísima arquitectura, obra antigua y de gran riqueza, consagrado a Venus, la que produce la vida. Este sagrado templo era redondo y estaba construido dentro de una figura cuadrada, situado en un espacio cuidadosamente nivelado y tenía la altura del diámetro de su circunferencia”

Sigue el autor a lo largo de varias páginas describiendo la arquitectura y adorno de este templo extraordinario. Citaremos apenas unos párrafos:

“...vi figurada noblemente con mosaico de obra vermiculada la propiedad y los efectos de cada mes del año, y encima el Zodíaco con el influjo del curso del sol y las fases de la luna y su carrera, por la que se miden los meses, y la revolución del sol en el solsticio, la secuencia de la noche y el día, el movimiento cuádruple de las estaciones y la naturaleza de las estrellas fijas y las errantes y sus efectos.”

“En el centro del templo sobresalía el brocal del pozo de una cisterna sagrada, de alabastro, esculpido con un bellísimo coro de ninfas en círculo con los vestidos y velos flotando, de altorrelieve, obra maestra de la escultura a la que sólo faltaba el aliento.”

“En el extremo había fijada una luna de bronce que parecía de ocho días, con los cuernos hacia el cielo. Un águila marina con las alas extendidas se alzaba en su concavidad.”

(continúa en la nota siguiente)

 


Rodolfo II como Vertumno, Giuseppe Arcimboldo, c. 1590.
Castillo Skokloster, Suecia

 

Nota

– Las citas no referenciadas pertenecen a: El Sueño de Polífilo, Francisco Colonna. Ed. Acantilado, Barcelona 2008. Al cuidado de Pilar Pedraza.
– Las imágenes no referenciadas (salvo la coloreada por nosotros) están tomadas de la Biblioteca Digital Hispánica: Hypnerotomachia Poliphili, Venecia 1499.


17.2 “Que la divina Citerea escuche tu ruego”

Presentación