Hypnerotomachia Poliphili
(Lucha de Amor en sueños de Polifilo)


17.2 “Que la divina Citerea escuche tu ruego”

Nos encontramos con nuestro protagonista y su Polia ante las puertas del templo de Venus:

“Las doradas hojas de esta puerta, de pulidísimo adorno de metal, eran de obra admirable y bellísima… cerradas con un cerrojo exterior, que la ninfa que me conducía no se atrevía a descorrer si antes no lo abría la divina sacerdotisa del templo venerable y sagrado junto con sus compañeras, que eran, siete vírgenes nobilísimas e iniciadas en los misterios… Las Vírgenes nos miraron con benevolencia y nos aceptaron amablemente, y cuando oyeron de labios de mi ninfa conductora el motivo de nuestra llegada, se mostraron amistosas y nos hicieron subir con ellas por los siete escalones de pórfido de la egregia puerta.

… se detuvieron todas las vírgenes y también Polia y yo. La santa sacerdotisa comenzó a entonar una plegaria y nosotros dos nos inclinamos, haciendo una reverencia.”

Tras las oraciones de la sacerdotisa a los dioses guardianes de las puertas, ésta:

“descorrió rápidamente el cerrojo, se abrieron las dos hojas de la puerta… con un murmullo armonioso y grato que se extendió por toda la bóveda del templo.”

A ambos lados de la puerta había una tablilla de magnetita, la de la derecha decía:

“A cada cual le arrastra su placer”,

la de la izquierda:

“A cada uno le conviene actuar según su naturaleza”


“La sagrada sacerdotisa penetró en el templo con la noble y distinguida ninfa y con ellas yo mismo y todas las demás vírgenes sagradas… vestidas de púrpura… me condujeron devota y alegremente al orificio sagrado de la misteriosa cisterna,… las vírgenes se fueron hacia el santuario...

...
Y helas aquí ordenadamente, con suma veneración… Una traía con sosegado paso el libro ritual, convenientemente forrado de terciopelo de seda azul y adornado con una paloma volando… Otra portaba dos velos blancos finísimos, y dos bonetes rojos. La tercera llevaba la sal sagrada en un vaso de oro. La cuarta sostenía el cuchillo ritual de largo mango de marfil, redondo y sólido, unido a la hoja con plata y oro y con clavos de bronce chipriota, y un vaso de sacrificio. La quinta era portadora de un vaso de precioso jacinto, lleno de agua de una fuente. La sexta portaba una mitra de oro … Precedía a todas estas una niña sacerdotisa ceriferaria, que llevaba encendida una vela de cera blanca, purísima y virgen.”

“Así que estuvieron devotamente ataviadas [la sacerdotisa y Polia] me hicieron acercar al orificio de la cisterna, y la sacerdotisa, tomando una llavecita de oro, abrió con religiosa ceremonia el pozo cerrado: la niña entregó la blanca vela que llevaba a la virgen que antes sostenía la mitra [ya en la cabeza de la sacerdotisa] y cogió respetuosamente el libro y, abriéndolo, se colocó ante la profetisa suprema, que comenzó a leer en voz baja en lengua etrusca.”

“Tomó luego la sal y la arrojó, con la mano derecha, a la resonante cisterna; después hizo encender la vela pura con la antorcha encendida que llevaba la ninfa. Hecho esto, introdujo la ardiente antorcha con su llama en medio del orificio e interrogó a la ninfa con estas palabras: ‘Hija, ¿cuál es tu petición y tu deseo?’ Respondió ella: ‘Santa sacerdotisa, pido gracia para éste, para que ambos podamos llegar al amoroso reino de la madre divina y beber de su santa fuente’ Y a mí me dijo: ‘Y tú hijo mío, ¿qué pides? Respondí humildemente: ‘Yo, santísima señora, no solo suplico la gracia eficaz de la madre suprema, sino, sobre todo, no ser retenido de esta manera en tan amoroso tormento de dudas por esta, que creo que es mi deseadísima Polia, pero no lo sé con certeza’. La divina sacerdotisa me dijo: ‘Toma, hijo, la antorcha encendida de sus manos puras y, sosteniéndola así, di conmigo tres veces sinceramente esto: ‘Así como el agua apagará esta antorcha encendida, que del mismo modo encienda el fuego del amor en su pétreo y helado corazón’… todas las expertas sacerdotisas vírgenes respondieron con devoción: ‘Así sea.’ La última vez, la sacerdotisa me hizo sumergir con reverencia la ardiente antorcha en la fría cisterna. Apenas hube cumplido este mandato, ella, tomando el precioso vaso de jacinto y sumergiéndolo en el agua de la cisterna, saco de ella agua bendita y se la ofreció solemnemente sólo a la ninfa y ella la bebió enseguida con gran devoción”

Tras esto, la sacerdotisa cerró la cisterna y pidió a la ninfa que le dijera, tres veces, a Polifilo:

“ ‘Que la divina Citerea escuche tu ruego, que me sea propicia y que su hijo se nutra de mí’. Las vírgenes respondieron ‘Así sea.’ ”

Remitimos al lector para continuar este relato al texto de Colonna, aquí finalizaremos el capítulo con la invocación a las Tres Gracias (1) que llevan a cabo los participantes en estos misterios.

“ ‘Oh alegre Aglaia, oh verdeante Talía, oh deliciosa Eufrosina, Cárites divinas, hijas queridísimas del tonante Jove y de Eurydomene y seguidoras fidelísimas y servidoras infatigables de la diosa del amor, partid juntas y benévolas de las ondas de la fuente acidalia de Orcómenos en Beocia o de vuestro lugar junto al venerable trono de Apolo y, como divinas Gracias, acudid propicias a mis devotas preces, haced que plazcan estas religiosas ofrendas mías a su divina presencia y venerable majestad y que movida de maternal afecto, preste atención benévola a mis sacrificios puros y devotos y a las súplicas que le dirigimos.’

Acabada la oración santa y sincera, contestaron todas cantando: ‘Así sea’. Yo escuché respetuosamente y entendí claramente la santa oración y permaneciendo en pie atento y con suma sinceridad de corazón, contemplaba con escrupuloso cuidado y ojo inquisidor los misterios. Y habiéndome arrodillado como ellas, observaba la pericia de la divina sacerdotisa en las ceremonias sagradas antiguas, admirando sobre todo con qué elegancia y presteza se adaptaba Polia a semejante liturgia, y permanecía atentísimo a lo que debía seguir.”

 

Nota

(1) Ver también: Gracias-Cárites, Las (Diccionario de Símbolos y Temas Misteriosos).

*

– Las citas no referenciadas pertenecen a: El Sueño de Polífilo, Francisco Colonna. Ed. Acantilado, Barcelona 2008. Al cuidado de Pilar Pedraza.
– Las imágenes no referenciadas (salvo la coloreada por nosotros) están tomadas de la Biblioteca Digital Hispánica: Hypnerotomachia Poliphili, Venecia 1499.


18. Oración y sacrificio a Venus

Presentación